La madre de María José Campanario saliendo de los juzgados de Cádiz el viernes. / ÓSCAR CHAMORRO
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La presunta impostora de la madre de Campanario defiende la inocencia de su hija

Días antes de ser imputada por su vinculación en el caso de las pensiones, describía a Elisa C. como una persona ingenua en manos de su jefe, Carlos Carretero

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El pasado jueves se confirmaba la imputación de Isabel G. B., de 51 años, por su presunta vinculación en la trama de los informes médicos falsos de incapacidades. Esta mujer se le considera, según las investigaciones, la persona que suplantó la identidad de la madre de María José Campanario para que la suegra de Jesulín de Ubrique obtuviera una pensión de invalidez.

Días antes, Isabel G. B. descubría a este medio su profunda preocupación sobre el destino de su hija (Elisa C.), encarcelada en calidad de acusada por participar en el negocio turbio de las facturas falsas. En ningún momento de la conversación se vislumbraba su temor a que este escándalo le salpicara también a ella. Poco después era arrestado su hijo, Juan de Dios C., quien salió en libertad con cargos. Dos días después se confirmaba su imputación.

«Mi hija es inocente y realmente no sabía hasta qué punto Carlos (el ex jefe de la Policía Local de Ubrique) estaba metido en cosas feas». De esta manera tan tajante, Isabel defendía la inocencia de su hija; una chica joven de tan sólo 24 años, que aparece como testaferro en muchos de los documentos intervenidos durante la Operación Halcón.

Isabel narró una historia de penurias económicas, de deseos de una joven por estudiar y en la que aparece Carlos Carretero para ayudarlas económicamente. «Él le propuso que se fuera con él a trabajar. Realmente no tenía ni sueldo, pero me di cuenta que empezaba a tener mucha ropa, perfumes, zapatos, bolsos...». Isabel aseguraba que su hija sólo obtuvo de Carlos Carretero pequeños regalos, «pero nada de dinero o propiedades».

La versión que sostiene la madre se asemeja mucho a la que apunta la investigación de la Agencia Tributaria. Carretero era el cerebro de la trama y utilizó para sus propósitos a testaferros insolventes e inclusos indigentes para que rubricaran las facturas a su nombre. «Yo le reñía mucho porque le preguntaba por qué firmaba tanto papeles. Ella me respondía que Carlos controlaba todo y que no era importante».

Pero esa confianza ciega se fue tambaleando cuando la joven se fue percatando de que su implicación era cada vez mayor. «Al final me confesaba que todo le sobrepasaba. Yo le aconsejaba que lo dejara, que no hacía falta que siguiera trabajando con él. Pero ella sentía miedo».

En ningún momento de la conversación, la madre de Elisa C. se refirió a una posible relación sentimental entre su hija y su jefe, aunque las investigaciones y el entorno cercano a la familia apuntan a esa relación.

Antes de que fuera imputada, Isabel no sabía bien cómo definir a Carlos Carretero. Es más, rehuía referirse a él. «Preferiría no tener contacto con él. No le he visto hace tiempo, pero a su mujer sí». En cambio, el padre de Elisa C, según Isabel, está muy enfadado por haber involucrado a su hija en un negocio que ha podido causar un agujero de 60 millones de euros. «Él dice que como lo vuelva a ver, no sabe lo que le puede hacer. Está muy dolido».

«Perdona por haberte hecho esto». Eso fue lo primero que le dijo Elisa C. a su madre tras ser detenida, según Isabel G. Cuando aún no conocía su imputación en la trama de los informes médicos, Isabel sollozaba por el destino de su hija, que padece un importante trastorno alimenticio, y temía que se le agudizara en la cárcel.

Ahora la familia de Isabel se enfrenta a una triple acusación, y en todas aparece la sombra del ex jefe de la Policía Local.