Una imagen de marca
Actualizado: GuardarMucho se está escribiendo sobre el Bicentenario de la Constitución que nos aguarda dentro de 6 años. Se ha dicho que deberá ser una gran conmemoración histórica. También una fiesta de la libertad. Y una oportunidad para mejorar las infraestructuras y pedir a las administraciones tantas cosas que nos deben y nunca terminan de darnos. Y un lugar de encuentro entre los pueblos que se unieron para tan magno acontecimiento. Y una gran fiesta popular. Y un evento cultural. Y tantas y tantas cosas más. Pero me gustaría plantear en este foro, que amablemente se me brinda, una nueva visión del 2012. Una visión desde el punto de vista del marketing. La visión del 2012 como marca.
Debemos vender el 2012. Y debemos saber venderlo. No estamos inventando nada: tenemos un producto, un mercado y un público.
Un producto fantástico con un valor añadido por el que matarían muchos directores de marketing de grandes compañías multinacionales: es un producto único. (Si mis conocimientos históricos no me fallan nadie más puede celebrar un bicentenario constitucional en el 2012). La mayoría de los planes de marketing de ciudad tienen que inventarse acontecimientos para llamar la atención del mercado (Barcelona se inventó el Forum y sigue inventándose cada año argumentos de lo más variopinto para atraer al viajero) o luchar con tremendo esfuerzo económico y humano contra otras ciudades a nivel mundial para conseguir ser sede de una olimpiada o algún gran evento similar. Nosotros no. Tenemos la tremenda suerte de ser herederos de un acontecimiento que en su día influyó en la historia de nuestro país. Y pasó aquí. Desde el punto de vista del marketing nos ha tocado el gordo de la lotería de muchas navidades juntas.
Tampoco podemos quejarnos de mercado: todos pueden ser nuestro público. Un público que va más allá de historiadores y estudiosos de la Constitución a los que ya de por sí les interesa el hecho sin que tengamos que mover un dedo. El reto consiste en ilusionar al resto de la población. Gente normal y corriente a los que el año 1812 les pilla muy lejos y la Constitución les suena a política y a estatuto catalán. Es a esa gente a los que hay que contarles que lo que pasó aquí tuvo alguna influencia en la vida que llevan ahora, en la democracia que disfrutan y en la libertad que gozan. Tenemos que venderles el producto.
Pienso que es ahí donde puede radicar gran parte del éxito del proyecto: saber ilusionar a la gente y hacerlos partícipes de la celebración. Naturalmente que son importantes las conferencias, y las exposiciones, y las reuniones de líderes, pero deberíamos preguntarnos si todo eso no le queda un poco lejos a la gente de la calle. Gente que al fin y al cabo es nuestro público y a la que seguramente nadie se ha preocupado nunca de venderles el producto. Son ellos los que deben «comprar» el 2012, como si de una Expo o de un Forum se tratara, con ilusión, con alegría. Y cuando la mayoría haga suyo el proyecto será cuando tenga verdadera fuerza. Cuando de verdad el pueblo lo quiera. Como quiso en su día la Constitución de 1812. Y quizás así, con ese respaldo popular, podremos conseguir más cosas, muchas más cosas. Como las que consiguió Sevilla con la Expo o Barcelona con el Forum (más allá de rentabilidades económicas).
Como he dicho antes no estamos inventando nada. Esto se hace todos los días en muchas partes del mundo. Y hay gente que lo hace muy bien (yo personalmente en este sentido admiro a los catalanes). Y al final no es más que una cuestión de marketing: diariamente se venden miles y miles de productos y está claro que no estamos hablando de un champú o una bebida pero si nos abstraemos sí podemos aplicar en este caso reglas similares. Las reglas del marketing y la comunicación aplicadas por profesionales del sector (desgraciadamente, no recuerdo haber visto muchos en los comités y comisiones que se han creado y me imagino que no los veré en los que se crearán). Profesionales que utilizan códigos y formas de comunicación actuales. Que utilizan el marketing, la publicidad y la comunicación. Que saben comunicar.
Pues sigamos las reglas del juego y empecemos por el principio: creemos una marca. Démosle personalidad. Personalidad visual a través de una imagen gráfica potente y correcta que refleje los conceptos que queramos transmitir. Con una serie de valores que calen en el público, que se sienta atraído por el producto, que lo quiera «comprar». No nos quedemos en un mero logotipo más o menos afortunado. Tenemos que trabajar para que la gente haga suyo el Bicentenario, que lo comprenda, que lo quiera y que le apetezca disfrutarlo. Que la ciudadanía se convierta en la principal «vendedora» del evento.
Planteemos una estrategia de marketing y cumplámosla como si de una empresa se tratara: como la gran empresa que debe ser conmemorar el Bicentenario de la Constitución de 1812. Podemos sacarle partido al 2012 en muchos aspectos: cultural, histórico, político, humano, turístico, etc... Pero eso no quita que también le saquemos rentabilidad. Que sepamos venderlo.
Hagamos que la Pepa siga viva.¿Viva la Pepa¿