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Agua marina
Actualizado: GuardarCuando la popular rumba Aguamarina estaba saliendo de los bordones de Paco Cepero, quizás no imaginaba que, algunos años más tarde, iba a ser interpretada junto a un pianista de excepción llamado Wagner Tiso al otro lado del Atlántico. Las aportaciones al acervo flamenco de la música hispano-americana han sido riquísimas y artista de la talla de Paco Cepero, dotados de una gran sensibilidad, le han sacado mucho partido. Las dos orillas del Océnao que nos baña, con independencia a otras cuestiones, han quedado hermanadas para siempre con la música. Y nuestro Paco Cepero será nuestro portavoz de lujo, aunque es de los pocos compositores que pueden presumir de haber sido número uno en Miami en varias ocasiones.
Resulta extraordinaria la madurez artística de Paco y su reencuentro con la guitarra flamenca. Cierto es que jamás la abandonó porque junto a su familia es la gran pasión de su vida; mas, en su fructífera etapa de autor de temas para Lolita, Chiquetete o Rocío Jurado esta actividad reclamó mayores atenciones.
De vuelta de la gran urbe madrileña, primero a El Puerto de Santa María y luego a Jerez, a esa calle Encaramá de sus orígenes, se abrazó con amor a la guitarra. Y con la ilusión de quien empieza, comenzarón a salir esos sonidos misteriosos que sacan sólo los grandes en sus horas de recogimiento.
Seguro que en ellas, recordaría muchas cosas; pues acaso la composición flamenca es un permanente guiño a la vivencia y los momentos vividos. A su padre, aquel taxista bonachón que lo llevaba a tocarle a los grandes, como Terremoto o Sordera, a la Venta Maribal. A Tío Borrico, con quien ha escrito una de las más bellas páginas del cante jondo.
Al verso que cuando termina de salir produce la íntima satisfacción de quien sufre y se realiza al mismo tiempo. A la falseta que se resistía pero acaba partiéndote en dos. A los premios recibidos por doquier, justos y merecidos.
A ese paisaje que le hizo sacar su Aguamarina con tanta belleza y vida propia que ha querido volver al sueño de donde vino; el atardecer cualquiera de una playa americana.