Rectificación en Defensa
Actualizado: GuardarEl Gobierno de Rodríguez Zapatero ha utilizado el nombramiento de José Antonio Alonso como nuevo ministro de Defensa para afrontar sendos relevos de carácter trascendental en la cúpula del Ejército y de la Guardia Civil, intentando minimizar así el error de haber lastrado durante los primeros años de legislatura la gestión de estos cuerpos con ambos nombramientos. El general Gómez Arruche, director de la Guardia Civil, será sustituido por un civil, confirmando el fracaso que supuso volver a colocar militares al frente de esta institución, como sorprendentemente decidió el Gobierno socialista a su llegada al poder. En el caso del jefe del Estado Mayor del Ejército, José Antonio García González, el Gobierno pretende cerrar el círculo abierto por el general José Mena en la pasada Pascua Militar cuando unas palabras suyas en relación con el Estatuto de Cataluña revivieron los viejos fantasmas de la intromisión militar en la vida política. El teniente general, Carlos Villar Turrau, que releva al anterior JEME a solo dos años de su nombramiento, ha sido elegido por el Gobierno porque encaja mejor con la orientación internacional que el Gobierno quiere dar a Defensa. Pero no cabe duda de que el Ejecutivo se había sentido incómodo con el general José Antonio García desde que sugirió que las Fuerzas Armadas tendrían que intervenir si algún Estatuto sobrepasase los límites de la Constitución.
La elección de Joan Mesquida, en lugar del general Gómez Arruche, quien sale del cargo sin haber promovido reforma alguna en el instituto armado y después de haber desempeñado un lamentable papel en el «caso Roquetas», supone por su parte la confirmación de que la Guardia Civil necesita un gestor para reordenar sus filas. Mesquida, un técnico de 44 años perteneciente al equipo de Bono, que fue consejero de Hacienda y padre de la ecotasa en la Comunidad de Baleares, restituye la normalidad en la cúpula civil de un Instituto Armado que necesita de reformas profundas y delicadas que, sin modificar su carácter militar, le permitan adaptarse a los tiempos actuales incluso en cuestiones disciplinarias. El nuevo director de la Guardia Civil tiene también por delante el reto de ofrecer a sus miembros niveles de satisfacción profesional y salarial semejantes a los demás cuerpos de seguridad estatales y autonómicos, con lo que cesarían los agravios comparativos que sitúan hoy a la guardia civil en una situación crispada e insostenible.