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El Rey, la reina y los soldados

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Aunque la llamada Alianza de Civilizaciones vive en estado de proyecto, en algunos espacios del planeta empieza a ser una realidad. Qala-i-Naw es un pueblín afgano en la provincia de Badghis, una de las menos inquietadas por las apariciones guerrilleras, y ahí trabajan en obras civiles más de cien militares españoles que han construido una estación eléctrica capaz de suministrar alumbrado a parte de la pequeña localidad y a sus edificios públicos. Pero la seguridad de nuestros militares, que en Herat ya han sufrido y rechazado sin víctimas un ataque directo contra ellos, es insuficiente, según el criterio del general que los manda y, tras su visita a Afganistán, del nuevo ministro de Defensa, José Antonio Alonso.

La pregunta de qué pintan allí nuestros soldados es oportuna, aunque IU anticipe la respuesta de que allí no pintan nada, de lo que discrepan el PP, ERC y CiU, que han dado incluso su apoyo al envío de refuerzos a Afganistán, para aumentar la protección a las tropas anteriormente desplazadas. El reciente viaje de Alonso a la base de Herat, hispano/italiana, donde se estaciona el grueso del contingente español, a los trabajos en torno a Qala-i-Naw y al lugar donde se estrelló el helicóptero Cougar, causando la muerte a diecisiete militares españoles, ante cuya lápida depositó unas flores, ha servido para que el ministro compruebe sobre el terreno la conveniencia de reforzar nuestra presencia militar.

Si Alonso ha viajado a Afganistán con la intención de que la ayuda española en la reconstrucción de ese país no se suspenda ni disminuya, sino que continúe bajo mayores garantías de seguridad, la visita del rey don Juan Carlos y de la reina doña Sofía a Arabia Saudí y a Jordania tiende a que las relaciones de España con dos países cruciales de Oriente Medio se fortalezcan, y no sólo por la cordialidad espontánea entre sus respectivos monarcas, sino también a través de una política de gestos que facilite la comprensión entre dos civilizaciones muy diferentes.

Es lógico asimismo pensar que los afganos de Badghis, mientras disfruten de las obras civiles de reconstrucción realizadas por soldados españoles, que trabajan en cierto nivel de riesgo, no vean como enemiga la civilización a la que España pertenece. El gobernador de la provincia afgana le pidió al ministro Alonso que envíe más medios a Qala-i-Naw para que el equipo de reconstrucción pueda emprender más obras. Los medios materiales estarían siempre en función de los compromisos adquiridos a través de la AECI (Agencia Española de Cooperación Internacional), pero el ministro de Defensa tenía más interés en «dar seguridad a las obras civiles» en marcha, para lo cual solicitará el próximo 9 de mayo al Congreso autorización para enviar alrededor de 150 soldados más.

No hay perspectivas inminentes de mayor actividad guerrillera en Badghis, pero alguna actividad ya existe, como ha demostrado el reciente e inopinado ataque a nuestras fuerzas. Unas fuerzas que hacen labor local, en una de las zonas más pobres y zarandeadas por el fanatismo religioso, para que una alianza de civilizaciones deje de ser un proyecto, que podría diluirse en la verbosidad de los foros internacionales, y se haga progresivamente realidad. España ha enviado la paz de sus soldados a uno de los epicentros de la civilización islámica.