PITOS. Finito de Córdoba llegó a ser abroncado por un sector del público de La Maestranza.
NOVENA DE LA FERIA DE ABRIL DE SEVILLA

Un mal lote frustra a Morante

El sevillano se tuvo que medir con los dos peores astados mientras que Salvador Vega y Finito de Córdoba desaprovecharon tres grandes reses de Torrestrella

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Los cuatro primeros toros de Torrestrella rompieron la báscula y superaron o rondaron los 600 kilos. Los dos últimos se avinieron más a razones. El sexto se anunció con 515 kilos, y parecía incluso menos. Era de otra familia, pero se estiró y rompió a galopar.

Peleó sin desmayo. No fue el único bueno, pero sí el más claro. Más importante resultó el tercero. De otra manera también el cuarto se prestó. El primero, in-mensa mole, tuvo dormida bondad. No empujó. Se dejó pero no cabía en los engaños. El segundo, zurrado en el caballo, fue brusco. El quinto, en fin, se quedó en promesa.

Tras galopar al caballo, enterró los pitones y empezó a dejar de querer sin previo aviso.

El cuarto fue ejemplo perfecto; el quinto, casi todo lo contrario. Rebotado en las diez primeras embestidas, se apagó de pronto. Salvador Vega se llevó el más claro y el más bravo en el mismo lote. Finito no salió mal librado. El chasco fue para Morante, que toreaba por tercera vez en la feria y remataba. La gente de Morante se dejó sentir.

Le chillaron por abreviar sin piedad en el primer turno. Con el quinto se vivieron pasajeras ilusiones. Un muy bonito manojo de encajados lances a la verónica antes de varas: de mecido compás, con el toro muy metido en los vuelos, obligado.

Después de varas, Morante quitó con un lance de costadillo. La segunda vara fue letal. No quedaba toro. Ni Salvador Vega ni Finito llegaron a proponérselo de verdad. Finito, con su exquisito oficio, jugó al pasatoro con el primero y, antes de cuadrarlo, dibujó un trincherazo de cartel. Con el buen cuarto no pasó del uno a uno, no ligó ni siquiera dos.

Vega bulló mucho. Salió a quitar en los dos toros de Morante y a los dos propios les sacó los brazos y bajó las manos en el saludo de capa. Los lances al tercero, de paso atrás y buen dibujo escupido, se jalearon.

La media de remate, preciosa. Trató de torear con el capote a la espalda en el quite a ese mismo tercero, pero no prosperó el invento. El toro le pesó a Salvador mucho.

Fue apostar fuerte antes de tiempo. No hubo renuncia de Vega, pero tampoco descaro suficiente para ese reto.

Faltó jugársela en el momento clave. Al sexto se lo sacó hasta el platillo con siete u ocho muletazos por delante y luego quiso estirarse con él.

Quiso mucho el toro. Aceleradillo, chillón, Salvador se quedó esta vez corto en la apuesta. Se fue una oportunidad importante.