«Propugno la belleza frente a un mundo que ya está bastante mal»
La pintora salmantina inauguró el viernes una retrospectiva con veinte cuadros de su última producción en la Galería Benot Está considerada un referente del naïf y el surrealismo en España
Actualizado:Isabel Villar (Salamanca, 1934) pertenece a esa generación de pintores siempre alerta por encontrar su camino, por crear un lenguaje propio que el en su obra se deslizó por los vericuetos de la compleja y extinta belleza, por paraísos oníricos capaces de rescatar al hombre en su apesadumbrado ir y venir de siglos. Sus pinturas, que aúnan el estilo naïf junto a la pincelada precisa y el cuidado del dibujo, son difícilmente aislables de su carácter afable y cercano. El mismo que ostenta cuando perfila las sonrisas de sus musas plácidas, de sus fieras mansas y sus paisajes imposibles. Una exposición monográfica en la Benot, mostrará los trabajos de sus últimos años, 20 pinturas en acrílico sobre lienzo que permanecerán en el espacio gaditano hasta el 14 de mayo.
«Nunca me he considerado una artista naïf en el estricto sentido de la palabra. Mis pinturas tienen un estilo cercano por su aparente ingenuidad pero éste procede de un concienzudo trabajo de análisis que inicié hace ya muchos años, después de mi formación académica», apunta la creadora en oposición a los críticos que la consideran máxima exponente de esa escuela pictórica en España.
«Yo empecé a pintar cuando en el arte primaba lo geométrico y lo abstracto y fue entonces cuando decidí que lo mío no era el cartabón. Me opuse a aquellos dictados y, poco a poco, fue puliéndose mi estilo. Una forma de pintar que considero muy mía, en la que es muy fácil identificarme. Eso ahora es muy difícil», asegura con la experiencia de su dilatada y reconocida carrera.
«En esta sociedad de lo fácil muchos artistas jóvenes se parecen demasiado. Yo recuerdo cuando en la facultad se nos decía 'tomad un libro sobre las vanguardias y procurad hacer algo que no se parezca en nada a lo que encontréis'. Eso se traduce en que también se investiga poco y todo cuadro debe tener un concienzudo trabajo de reflexión detrás porque no debe agotarse sino ir ga-nando con el paso del tiempo, mostrar cosas nuevas cada vez que se lo mira», defiende una mujer cuyos trabajos forman parte de el Centro de Arte Reina Sofía, laBiblioteca Nacional o el Museo Vaticano en Roma.
Buscar la belleza
Lúcida defensora de lo hermoso por encima de otras posibilidades del arte, Villar propugna la belleza «en un mundo que ya está bastante mal». «Recuerdo el caso de un ejecutivo agresivo que tenía uno de mis cuadros en su despacho, él decía que solía detenerse a mirarlo para tranquilizarse. El mundo es tan feo que a veces merece la pena perderse en un paisaje fantástico de animales salvajes y ninfas».
Con distintos formatos y motivos, los lienzos de su muestra de Cádiz «son un compendio de lo realizado en los últimos años». Desde los paisajes de Castilla hasta otros más imaginativos pasando por las flores, hechas exprofeso para la cita de Cádiz porque en la última exposición en la Galería Juan Cris, la artista se «había quedado sin ellos». Madre y esposa de artistas -Eduardo y Sergio Sanz- en su casa conviven tres estilos muy diferentes con diversas maneras de entender el arte. Un hecho que jamás ha supuesto un problema para la creción «porque los tres tenemos un gran respeto por la obra de los otros».
Recuperándose de una lesión en una pierna, Isabel Villar no podrá acudir a Cádiz a inaugurar la que será su primera muestra en la ciudad: «lo esperaba mucho y me ha dado pena. En casa somos forofos de Cádiz nos encanta la gente, así que espero que esta exposición no sea la última para poder volver».