Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizActualidad
HUMOR. El artista italiano decepcionó a los morbosos con su controvertido espectáculo. / LA VOZ
Artículos

El día de la esperanza

Actualizado:

Hace falta un poquito de esperanza, una poca, aunque sea en dosis similares a las mijitas de los cartuchos del freidor, que no alimentan, pero entretienen hasta que alguien va a por otro papelón. La semana de compasión que sigue a la santísima no ha traido más que cifras terroríficas, fruto de nuestros pecados. El barril de petróleo alcanza un precio que ni el aceite de oliva. La carretera deja una sangría que no evitan ni los anuncios más agoreros, la corrupción cotidiana se convierte en noticia y nos saca horrorosos en el espejo, el paro no baja y la vivienda no deja de subir. Todos seguimos obsesionados con tener un coche que no podremos mantener para llegar a una casa en la que apenas paramos para dormir. Esos son nuestros pecados y he aquí la penitencia, que la religión no perdona. Encuentra siempre un castigo para cada culpa.

Pero entre tanta cifra, entre tanto delito particular y colectivo, privado y público, hay un dato para la esperanza. Justo cuando se celebra el Día del Libro, este 23 de abril que todos deberíamos hacer nuestro para reproducir la hermosa tradición catalana (perdón) de regalar un libro (lo de la rosa, en Cádiz, es optativo) se filtra un rayito de esperanza entre tanta estadística de terror, entre tanto número de miedo.

El informe anual de la Juventud ha detectado un prodigio, un milagro, un efecto volador no identificado. Por primera vez en 25 años, los niveles de lectura entre los menores de 15 años están creciendo. Por lo visto, entre tanta videoconsola, tanta tele buitreando la muerte y tanto internet, alguien está transmitiendo el revolucionario mensaje de que también hay tiempo para leer.

Nadie tiene claro quién puede ser el responsable de tan pequeña y futil tendencia. Los más optimistas pueden pensar que es el fruto de los divertidos actos públicos de fomento de la lectura que ponen en marcha la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía o algunos ayuntamientos. Algunos funcionarios, periodistas a sueldo de los partidos y demás vividores de la cosa pública señalarán como inductores a delegados provinciales, concejales, diputados y técnicos institucionales.

Otros pueden pensar que todos esos eslóganes nada pueden frente a Harry Potter o frente a esa frase escrita por Adolfo Aristaráin para el guión de Martín Hache. El desengañado personaje que interpretaba Federico Luppi le decía a su hijo, encarnado por Juan Diego Botto: «Si no lees, será porque eres gilipollas». Igual es que hay por ahí padres y profesores, sin más interés que el futuro de los menores que tratan a diario, que han empezado a transmitir ese mensaje con el único afán de que, dentro de una década, el porcentaje de gilipollas en el mundo sea un poco menor. El nivel actual es insufrible y los que contribuimos diariamente a incrementarlo también estamos afectados, no crean. Entre todos, los que lo somos y los que creen que no lo son, tenemos que rebajar la intensidad de la plaga. Regalar un libro, hoy, supone contribuir a la desaparición de algún árbol y al florecimiento de alguna neurona. Se trata, simplemente, de hacer algo más feliz a la gente. Un libro es un refugio que nunca falla y, con esas cifras que cuentan, con ese mundo que se avecina, las covachas van a resultar imprescindibles.



Y no pasó nada

Por cierto, Leo Bassi pasó por el Falla con un nivel de blasfemia inferior al de la más inocente de las chirigotas. Obviamente, no pasó nada. Algunos miraban a los angelitos pintados en el Paraíso, para ver si algún rayo divino los fulminaba de pura indignación. Los que oyeron el texto, los que vieron el espectáculo sólo encontraron un motivo de ira: que este tipo de sátira todavía provoque amenazas, escándalos y violencia en esta España de dolores.



Contemporáneos y solos

Las instituciones públicas gaditanas perdieron una ocasión excelente de conocer las inquietudes de autores, galeristas y expertos. Los debates alrededor del arte contemporáneo que organizó con éxito Milagros Delicado carecieron de la participación activa de los representantes públicos. Si se les dice, se mosquean, pero luego quieren abrir centros, organizar exposiciones y programar eventos cuando ni siquiera hacen los más simples deberes, que consisten en escuchar a los que saben.



Una cita a la altura

Los que saben de Flamenco dicen que, al final, al acto central del centenario de la muerte de Enrique el Mellizo vendrán muchos grandes nombres. La leyenda gaditana lo merece y ya es hora de que se reivindique el patrimonio cultural propio con eventos de relumbrón. Tenemos derecho a tener memoria y a lucirla, pero eso se consigue con empeño, trabajo y celeridad. A ver si vienen Fosforito, Sara Baras y todos los que se menciona. A ver si aprendemos para recordar otros eventos con iniciativa, con prisa, con rigor, ganas y orgullo.



Tendencias encontradas

El Baluarte de la Candelaria acogerá, durante el próximo mes de mayo, un interesante encuentro. Hasta 40 de los más brillantes diseñadores jóvenes del panorama nacional se reunirán para intercambiar opiniones, para transmitir sus ideas y mostrar su obra. Entre ellos hay una pequeña, pero brillante, representación de gaditanas que empiezan a destacar por creatividad e imaginación. Los que quieren saber por dónde van los tiros del diseño industrial, la moda y las tendencias, tienen fecha fija de visita a las murallas que rodean El Carmen.



Adiós precipitado

Los que les conocieron hablan con un afecto tal que no puede ser impostado, que supera al que siempre se utiliza como cortesía para sortear la muerte cuando cae cerca. Los que no tuvimos la suerte de conocerles tenemos ahora la oportunidad única de interesarnos por lo que hicieron y dejaron: su trabajo, su obra. Descansen en paz Yolanda Gelo y Félix Bayón, dos periodistas que ejercieron en Cádiz y dejaron una huella imborrable a su alrededor.