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EL MIRADOR PINCHITOS MORUNOS

Maquilladas de enfermas

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Había pensado dedicar el artículo de esta semana al apasionante tema de si Andalucía es o no una realidad nacional, pero claro yo definiría a Andalucía como una gran piriñaca, con muchos colores y hasta un poquito de atún, que es la sustancia, pero poner en el preámbulo del Estatuto que Andalucía se define como una piriñaca de atún no iba a colar. Mejor me callo.

Mucha veces me da coraje que se critique la forma de vestir de los adolescentes. Para callarse lo mejor que hay es mirar el álbum familiar y comprenderás que tú también fuiste ridículo y llevabas en los pies las dos campanas de la Catedral.

A mí me tocó la época de la película Grease, Gris en el idioma patrio. Todos los niños de primeros pelillos de barba y peazos de barrillos en la cara soñábamos con ser Yon Travolta y ligarnos a la Olivia Niuton Yon cantando sobre un Renault Ocho, que era la berlina de porte medio de la época. Yo me acuerdo que no paré de dar por culo hasta que mis padres me compraron una chamarreta azul brillante y un pantalón de cuero y me esforzaba por andar como cansao, como hacia Yon. A lo que no llegué fue a ponerme gomina en el pelo porque uno tenía sus límites, pero tampoco encontré nunca la versión gaditana de Olivia Niuton Yon y con esas ganas también me quedé.

Esta pamplina que les cuento la digo porque una cosa si se mantiene siempre en los niños de primeros pelillos en la barba y en las niñas que se acaban de comprar el primer sujetador, y es ese afán por imitar hasta el mínimo detalle a sus ídolos.

Por eso, por ese afán de chavales y chavalas por imitar a sus ídolos, me preocupa tanto el tema de las modelos esqueléticas que pasean sus huesitos de pollo por las pasarelas. A mí lo que me preocupa, además de la talla que les ponen, es sus caras, muchas veces maquilladas como auténticas personas con apariencia de enfermas, con ojos muy oscuros y el resto de la cara lánguida, vamos la fotografía de una chica anoréxica. La imagen se repite en revistas de moda, en pasarelas y en reportajes sobre estas mujeres, que muchas de estas chavalas querrán imitar.

No sé si queriendo o no, lo cierto es que se vende como ideal de belleza la imagen de una persona con apariencia de enferma y se elogia el hecho de que vistan tallas imposibles midiendo muchas, metro ochenta. Sé, por experiencia propia, lo frustrante que es para un adolescente no poder comprarte la camisa que viste tu ídolo porque no hay tu talla y no me extraña que se sea capaz de cualquier cosa, incluso no comer, por conseguirlo. A mí, afortunadamente, me importó más el arró con habichuela que la chamarreta de Yon Travolta, pero no a todo el mundo le pasa igual.

He conocido a personas preciosas por fuera y por dentro que han sido víctimas de la anorexia. Sé lo que han sufrido para volver a sonreír, aunque, afortunadamente, lo han conseguido. Por eso, creo que las personas que organizan el mundo de la moda deberían reflexionar y tratar de no vender como ideales de belleza a personas con apariencia de enfermas. Lo peor sería enterarse de que, en algunos casos, a estos ídolos no les haga falta ni maquillaje para tener esa apariencia.