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Consecuencias incalculables

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Veinte años después del accidente de Chernóbil sigue sin saberse cuáles fueron sus consecuencias reales. La mayoría de los científicos continúan opinando que habrá que esperar décadas antes de poder llevar a cabo una evaluación correcta de la incidencia que tuvo el desastre. Por el momento, no hay unanimidad sobre las cifras de afectados ni sobre la tipología de las enfermedades ligadas directamente al escape radiactivo ni tampoco sobre la magnitud del daño causado al medio ambiente.

Varios organismos de la ONU, entre ellos la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) aseguran que sólo hubo 56 muertos debidos directamente al accidente de Chernóbil. De ellos, 47 eran liquidadores. Dos murieron el mismo día del accidente, 28 en los tres meses siguientes, 14 hasta 1996 y 3 en los últimos diez años. Según la ONU, fallecieron también 9 niños por cáncer de tiroides, cifra que el Instituto de Endocrinología y Metabolismo de Kiev eleva a 11. Ese mismo centro sostiene que el número total de personas que sobrevivieron al cáncer de tiroides, tras ser operados y sometidos a tratamiento, asciende a 3.400, casi todos menores.

En sus previsiones, las agencias de la ONU calculan que, a largo plazo, morirán cerca de 4.000 personas por culpa de Chernóbil. Pero esos datos han sido calificados de «aberrantes» por Greenpeace y de «erróneos» por la Unión Chernóbil de Rusia, cuyo presidente, Viacheslav Grishin, sostiene que sólo en su país murieron 30.000 liquidadores desde 1986. En Ucrania, según la doctora Natalia Preobrazhénskaya, el número de trabajadores muertos por la fuga radiactiva supera los 60.000. Greenpeace, sin embargo, cifra en 200.000 el número de personas muertas a causa de Chernóbil en los últimos 20 años y asegura que morirán otras 93.000 en el futuro.