Jerez

Sueños aristocráticos

Este establecimiento ofrece en el corazón de Jerez unos servicios de lujo que le hace acreedor de la quinta estrella que acaba de solicitar

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La palabra hotel presenta una nueva dimensión cuando se traspasa el umbral del Palacio Garvey. Nada hay más lejos de la impersonalidad que azota a la mayoría de los establecimientos de nueva planta, en los que un visitante avezado puede encontrar repetidos los mismos detalles de decoración impuestos por la cadena propietaria del hotel.

El Palacio Garvey exhala una atmósfera acogedora que embriaga los sentidos del viajero, quien no termina de creer que sólo disten unos pasos del bullicio de la plaza Rafael Rivero, uno de los enclaves más animados de la ciudad gracias a las numerosas tascas que jalonan sus márgenes.

El patio central recibe al huésped, que para su sorpresa, no se encuentra con una recepción al uso, en la que el recepcionista se esconde detrás de un parapeto cual matador con un burladero. Todo lo contrario, se trata de una mesa abierta sin vuelo de estilo clásico, que no desentona con el conjunto que le rodea.

Tampoco el viajero se percataría si no fuera así, porque sólo un verdadero atropello estético sería capaz de robarle protagonismo al interior de este magnífico palacio erigido en 1850, y que sirvió durante décadas de residencia para la familia Garvey.

Y no es el caso. La intervención realizada por el grupo Sfera Hoteles permite vislumbrar la magnificencia original de este inmueble, que durante años estuvo condenado al ostracismo del abandono. Además del acierto arquitectónico, la mayor parte de los méritos hay achacárselos a la decoración realizada por el especialista Desiderio Robles, que consigue crear un ambiente reposado a través de colores cálidos y detalles minimalistas, que no roban protagonismo al conjunto.

Una vez cumplimentado el trámite de la inscripción, el viajero sube a su habitación a través de una escalinata de mármol que ha sobrevivido casi indemne al paso del tiempo. Dieciseis habitaciones conforman la oferta del establecimiento, pero puestos a elegir, soliciten algunas de las suites ubicadas en el espacio que ocupaba los antiguos aposentos privados del conde de Garvey.

Una vez desentumecidos los músculos, fatigados por el largo viaje, no hay nada mejor que saciar el apetito en La Condesa, el restaurante del hotel, en el que la carta, como no podía ser menos, incluye un maridaje con Vino de Jerez de cada plato. Además, cada estación reserva sorpresas, porque el listado de platos varía cada cuatro meses. El Hotel Palacio Garvey mira al futuro, y la quinta estrella, ya solicitada, rubricará la calidad de un servicio digna de un aristócrata.