Ideas cruzadas
Actualizado: Guardar«Nada sabe tan dulce como su boca», afirma Víctor Manuel en una de sus canciones. Estas palabras, cientos de veces escuchadas, volvieron a mi cabeza el otro día en una de esa piruetas que hace el cerebro y que no acierto a comprender. No siguen una lógica racional, su caótica pauta es mas bien eso que algunos denominan asociación libre de ideas y otros, simplemente, una rayaura. Bueno, bueno... voy a centrarme un poco, que si no esto no va a haber quien lo entienda.
Todo esto venía a que la semana pasada un jurado compuesto por chefs y críticos culinarios de reconocido prestigio eligió el restaurante de Ferran Adrià, El Bulli, como el mejor del mundo. Cuando me enteré de la noticia, ya he dicho que no sé por qué, me puse a tararear la letra que antes he referido. Pensé, en un gastronómico salto mortal, y siempre que me dé su permiso Pepe Monforte -que es el entendido de esta casa en asuntos de pucheros, quesos payoyos y blancuras de migajones-, que tal vez Adrià pudiera algún día destilar en una de sus sopas el dulzor del que habla el cantautor asturiano. ¿Por qué no?
Este einsteincocineril se ha hecho famoso por sus innovaciones en el mundo de los fogones, ¿quién no ha oído hablar de su singular helado de pollo al curry, sus croquetas líquidas o espumas...? Platos impensables hasta hace bien poco. Igual nos sorprende creando un cocido quita-penas. No, no, no. ¿Cómo va un genio a perder el tiempo en esas cosas? Además, creo que ya lo ha inventado alguien, a ver que recuerde... mi madre.