Insuficiencias de Maragall
Actualizado: GuardarMaragall se merecía una remodelación de su propio Gobierno, y los socialistas catalanes se la han autorizado. Hace seis meses, se la prohibieron, junto a Iniciativa per Catalunya, franquicia de IU, y Esquerra Republicana, las tres fuerzas del tripartito. La remodelación se ha realizado de acuerdo a la realidad política: el president ha solicitado permiso a cada uno de los partidos para cesar a media docena de consejeros, y los partidos le han dado los nombres de quienes los sustituyen. Eso sí, tras muchas horas de reuniones, a veces tensas, acabadas ayer por la mañana. Los más alborozados, tras un día de suspicacia, han sido los portavoces de ERC, quienes interpretan la remodelación como la garantía de que, vote lo que vote su partido en el referéndum estatutario, no será expulsado del Gobierno. El no republicano no sufriría así la menor represalia. Porque esta crisis consensuada hasta por sus víctimas sacrificiales persigue, según Maragall, un buen despegue del Estatut para que su entrada en vigor sea brillante. El PP ha calificado esta remodelación de surrealista, al considerar «surrealista» la situación del tripartito, en la que el president sólo podría nombrar a sus consejeros, pero no proponerlos, subrayando así que son los partidos los que proponen a los titulares de las consejerías que les corresponden en el reparto de zonas de influencia. Y CiU sostiene que la crisis sólo persigue la supervivencia política de Maragall. Debe añadirse que ni en la Generalitat ni en las sedes de los tres partidos del govern se esperaba que la oposición recibiera esta remodelación con aplausos. Si hace seis meses, en octubre pasado, La Moncloa vivía momentos de inquietud o incertidumbre por algunas actitudes de Maragall, como la de anunciar una crisis a bombo y platillo que no pudo realizar, al ver su autoridad desestimada, ayer contempló con mucho distanciamiento el cambio negociado de consejeros, y todo porque el proyecto de Estatut ya le había ocasionado a Zapatero todo el malestar que era capaz de producir, y ahora corre sus últimos metros legislativos en el Senado, donde no puede suceder nada que no sea solucionable en un pleno del Congreso.
Si Maragall ve su maniobrabilidad política recortada, aunque no tanto como hace seis meses -pues desde entonces a hoy ha perdido ERC fuerza política-, Zapatero siente que gana libertad de movimientos de día en día, al irse solucionando los problemas con los que el PP más despiadadamente le hostigaba, aunque se siga manteniendo en Génova 13 que aún se ignora quien cometió los atentados del 11-M, se anuncie un recurso de inconstitucionalidad contra el Estatut y Rajoy intente dictarle al Gobierno la política antiterrorista a seguir en este momento del alto el fuego permanente de ETA. Habrá en la Generalitat antes y después del 18 de junio, fecha previsible del referéndum estatutario, fuertes tensiones, especialmente entre ERC y el president, quien se siente y tal vez sea buque insignia del Estatut. Pero aunque el independentismo republicano sienta que la crisis de ayer le garantiza su continuidad en el govern hasta el fin de la legislatura, los observadores catalanes saben muy bien que Maragall tiene ampliado su margen de maniobra por el Estatut, y lo mismo puede anticipar las elecciones autonómicas, si ERC volviese a incomodarle, que jugárselo todo a una carta y plantear la crisis total con el cese de los consejeros republicanos. CiU no vería con malos ojos un adelanto electoral, aunque preferiría que el tripartito siguiera en funcionamiento.