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Ahora, en tres dimensiones

Un empresario británico pone a punto un temible rompecabezas, mezcla del cubo de Rubik y de los sudokus de 81 números

TEXTO:/JULIÁN MÉNDEZ
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John Heath, un británico de 44 años, ha tenido la brillante idea de unir dos juegos superpopulares: por un lado el sudoku, ya saben, ese jeroglífico matemático que consiste en encajar 81 números (del uno al nueve) en nueve cuadrados que, a su vez, forman parte de otro mayor. Por el otro, el cubo de Rubik y sus seis caras con otros tantos colores distintos. El nuevo juego, combinación de los dos anteriores, se llama Sudokubo.

Heath, un hombre de negocios apasionado de los sudokus, tuvo hace unos meses la ocurrencia de sustituir los colores del cubo de Rubik por números. Según las reglas del sudokubo, una misma cifra sólo puede aparecer una vez en una de las caras, en una misma línea o en una columna. Con el ingenio en el bolsillo, mister Heath se puso en contacto con una empresa de Norwich especializada en juegos de mesa que ya comercializaba algunas versiones electrónicas del sudoku. El acuerdo fue inmediato. Y fácil, porque no hay que pagar derechos al inventor del cubo articulado ya que el juego es ya de dominio público.

A primeros de año, el sudoku en tres dimensiones se presentó en los comercios especializados británicos. Y triunfó. El jueguecito se extiende ya por Europa y se vende en comercios especializados y por internet. Los primeros en empezar a liarse la manta a la cabeza con el cubo (como suele ocurrir) han sido los más jóvenes. Y la fiebre no ha hecho más que empezar.

Aunque el sudokubo lo tiene difícil para acercarse a las cotas de éxito de Rubik. En 1974 el arquitecto húngaro lanzó el rompecabezas que lleva su nombre. Desde entonces se han vendido en todo el mundo 300 millones de unidades. Heath no cree que su invento venda tanto. Además, es mucho más difícil. Mientras que el cubo de Rubik admite 4.096 soluciones el sudokubo sólo permite una. Cada una de las seis caras deben de estar perfectas y no repetirse ninguna de las cifras. Tampoco sirve el truco de tratar de colar un 6 por un 9 y viceversa porque, como sucede en otros juegos, una marca identifica a ambos números. «Ni yo mismo he sido capaz de resolver un sudokubo», suspira su creador, John Heath. «Aunque mantengo las esperanzas», dice. Como ya pasó con el cubo de Rubik, la fiebre del sudokubo empieza con el buen tiempo.