cuatro conciertos

Ricky Martin presenta su gira española

Barcelona, Valencia, Murcia y Madrid serán las ciudades por las que pasará 'Una noche con Ricky Martin, Tour 2006'

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Ricky Martin tiene ahora un interesante punto zen. Nada artificial, por cierto. Parece que se ha trabajado en los últimos años la búsqueda íntima de su ser, sin despreciar a los de afuera, y ha encontrado lo que escudriñaba. Incluso, en un tono no exento de espiritualidad que rezuma aromas de la new age, cree haber encontrado su cometido en la vida. Lo ha dicho, sereno y seguro, sin hálito alguno de superioridad, en la masiva rueda de prensa que ha convocado en Madrid para presentar su última gira europea -Una noche con Ricky Martin, Tour 2006-, que inicia este viernes en Manchester: "Serán conciertos muy íntimos, más orgánicos y globales (quiere decir universales); mi misión ahora es unir a los continentes con la música".

El carismático ídolo musical portorriqueño está y se percibe cambiado. Ha revivido. "Renacido", dice él, sin alardes barrocos de nuevo humanista del mundo mundial. Exhala simpatía natural -sus sonrisas y su dentadura siguen siendo rompedoras , sigue provocando el delirio entre las féminas, pero no le va nada incordiar con su apetecible -para ellas al menos aspecto físico. No va de divo.

Aterrizó en España, donde estuvo cinco horas, y se ganó a la tropa de los media. "Mi último disco tiene influencias asiáticas, andaluzas, latinas ...", dijo humildemente. "Quiero que en mis conciertos se viva un carnaval. Necesitaba volver al comienzo, porque ya volé muy alto. He vivido una década con mucha adrenalina y euforia, pero me hacía falta un tiempo de silencio, de canalizar emociones. En definitiva: conocer dónde estuve y dónde quería ir", dijo.

Barcelona, Valencia, Murcia y Madrid

Ahora, ya, se siente más centrado, "incluso con las cosas más simples", y esa sabiduría que transmite quiere canalizarla a través de la música, en dos horas trepidantes de actuación "en las que me desahogo". Esta vena más intimista no contraviene su esencia vital. "Ahora mezclo una diversidad de estilos, pero mis conciertos son bailables, románticos y espirituales". España, por supuesto, volverá a ser uno de sus ansiados puertos musicales. No será como en la intensa gira que efectuó hace ya una década, con una media de 55 conciertos, pero se volcará de lleno en ganarse al público español durante los cuatro conciertos que tiene programados para el próximo mes de mayo: Barcelona (día 9), Valencia (11), Murcia (12) y Madrid (14).

Coincidirá su estancia en nuestro país con el nuevo single de su último álbum Life, que lleva por título It's Alrigth o el de Déjate llevar en su versión en castellano. Una obra musical, por cierto, que tilda de abierta, amplia, ecléctica y vital, como parece que es él mismo ahora. Se nota que en los últimos tiempos ha reflexionado sobremanera - "me ha dado cuenta de que soy un tío bastante solitario"- pero no rezuma sobrecarga de profundidad filosófica. De hecho, no ha perdido sus extasiantes contoneos de cadera -como demostró en su comparecencia informativa-, apuesta cada día más por la fusión musical y sigue dando la imagen de tipo legal, sin dobleces, guapo y seductor, pero sin estar 'sobrao'.

Apareció con vestimenta más que informal -vaqueros rasgados, camiseta marcando musculitos, chaqueta negro estilo El Lute y botas-, perilla-barba de cuatro-cinco días, tono bronceado y sonrisa abierta, como siempre. Admitió que "soy mochilero" y que cuando le da el punto se afeita la cabeza, y dejó entrever que se está currando algunas modificaciones en su yo más íntimo: "Dentro de mí hay un terco perfeccionista que se aferra, pero lo que quiero ahora es consentirme". Practica un yoga pasivo -más enfocado en la respiración-, pasa de hablar de temas sexuales y practica la capoeira, el baile-arte marcial brasileño que "me relaja y libera".

Misión humanitaria

"Estoy en un punto de mi vida en calma con mis acciones". No es para menos. Ricky se ha volcado, sin ambages publicitarios, en la Fundación que lleva su nombre, centrada en la búsqueda del bienestar para niños necesitados sobre todo en áreas educacionales y de salud. Se siente honrado después de que la ONU le nombrara 'embajador de buena voluntad' y ahora está firmemente interesado en poner su granito de arena para hacer frente a la trata de niños.

"En mis viajes más recientes por la India y Asia me topé con que más de dos millones de niños están obligados a entrar en el mundo de la prostitución y la pornografía". Le trastornó íntimamente y se ha puesto manos a la obra: está en tratos con Microsoft para poner coto, en lo posible, a esta lacra -"el mejor negocio para los pedófilos está, desgraciadamente, en internet" y, como objetivo inmediato, tiene intención de elaborar un documental -si puede, incluso un filme de larga duración que denuncie esta terrible situación.

El artista portorriqueño no va de predicador -"reflejo la espiritualidad en las letras de mis canciones para compartir lo que a mí me funciona"--, se admite vulnerable -"aunque ya no me afecta" y cuida en lo posible su autoestima, aunque reseña que "ya no trato de probar nada a nadie". "No me obsesiono por ser aceptado", agrega. En definitiva, un buen tipo.