Benjamín Gómez y José Caraballo reviven viejos tiempos en San Fernando

Dicen los más viejos del lugar que en el toreo actual ya no hay piques, que los toreros son demasiado amigos en la plaza. Ayer, se notaba que los dos jóvenes isleños estaban enfrentados taurinamente, que a la más mínima no iban a perdonar quites, y así sucedió. Para empezar, los aficionados del tendido cinco eran partidarios claramente de Caraballo. Los del ocho, de Benjamín Gómez, y la tarde era extraordinaria para no perdérsela. El cartel que anunciaba el festejo lo decía claro: «El mano a mano que pide la afición».

Benjamín Gómez venía de triunfar ni más ni menos de la plaza de Toros de Las Ventas. La capital de España se rindió ante el toreo de Benjamín, habiendo cortado éste en La Monumental una oreja y pudiendo salir por la puerta grande, si éste no hubiese fallado con la espada. José Caraballo venía de armar auténticos líos como aquella recordada noche de El Puerto de Santa María, en la que el joven cortó nada más ni nada menos que cinco orejas y un rabo. Con todos estos ingredientes, el enfrentamiento en su plaza, la isleña, no se iba a hacer esperar. Llegó y los dos salieron a por todas.

Benjamín Gómez tiene un concepto artístico del toreo, buenas formas, y el don del sabor. Maneja bien el capote, anda con gusto y torería, y sobre todo, sabe templar. Es un gran conocedor de los terrenos, y está sumamente preparado, no sólo para ser matador de toros, sino de ser también uno de los elegidos. Eso sí, con la espada, tiene que entrenar más porque por ello, se le han ido muchos triunfos y un gran número de trofeos. Toreó De manera más que correcta con el capote y dejó series de muletazos con la mano derecha dignas de los mejores.

Por su parte, José Caraballo demostró ayer tener garra, carácter, poder conectar con el público y maneja la mano izquierda con un don prodigioso. No se deja ganar la pelea por nadie.

Guerra en el sexto

De hecho, hubo pique de quites entre él y Benjamín en el sexto novillo de la tarde. Es una auténtica pena que Caraballo no toree más. Si los empresarios de la zona son listos, deben montar festejos porque los dos novilleros llevan público y además emocionan.