LA PREVIA DE MANOLO SANTANDER Juego de niños
Actualizado:Tranquilidad absoluta. Me he dado cuenta de que lo que me pasó la semana pasada ha sido sólo un bajón de los que me dan a mí, sin un por qué y sin una explicación lógica, y que lo único que consigo es poner a todo el mundo en el palo, así que perdonen mis ataques.
Y es que al ver, oír y leer a todos los que saben de esto y a todos los implicados decir y explicar durante la semana el salto tan grande que dimos en la clasificación con el empate ante el Betis, y el recorte tan importante de puntos que hicimos, y al contemplar la cantidad de cadistas que han salido de penitentes, de penitencia o cargando, que es lo peor, rezándole a todos los cristos posibles para la salvación del Cádiz, me he dado cuenta de una puñetera vez que esto de salvarnos va a ser un juego de niños.
De momento, me han avisado o amenazado que todo aquel que raje de lo chungo, que no existe en el club de nuestros amores, la va a quedar para siempre en el chirinchinchea el que hable una catea. Que todo aquel que vaya al Carranza sin ánimo de animar sin descanso, aunque los que tienen precisamente que animarnos a nosotros estén jugando al trompo, es mejor que se compren un volaor y vayan corriendo por el campo del sur hasta San Fernando mientras dure el partido, que si no jugarán con ellos al abejorro y en esta ocasión valen hasta zapatazos. ¿Y esto duele! Lo digo por experiencia.
¿Que no empecemos a meter la pata! Que hay que tener fe ciega en nuestro entrenador, porque él tiene un currículum de envidia. Porque cuando niño fue campeón mundial jugando a los tapones, de ahí que tenga las dos rodillas como dos bizcochos borrachos y su facilidad para colocar a los futbolistas en el campo. Luego cuando entró en la edad del pavo ganó la intercontinental de futbolines en la calle Sacramento, así que no entiendo las críticas a estas alturas. Ya lo he dicho. ¿Un juego de niños! Porque además podemos hacer como en el parchís, y si nos sale solamente un uno, apuntarnos tres cuando nadie nos vea.
Otra razón para estar tranquilos es que nuestros futbolistas dicen que ya no les van a meter un gol más de falta o córner en el último minuto, pues se van a poner todos a jugar al mangüiti debajo de las porterías, que es saltar uno encima de otros y hacer una muralla de cojones, y va a ser imposible cascárnosla. Encima, todos aquellos que están jugando al escondite por el campo van a dejar de hacerlo, y se han comprometido por fin en jugar a la pelota. Así que la tranquilidad me ha embargado, es como si me hubiera tomado un puchero pero de valeriana. ¿Esto es otra cosa!
Pues es que hay más. Resulta que hoy jugamos, o mejor dicho nos la jugamos con el Zaragoza y es el mejor momento, pues me comentan que está grogui después del carajazo que pegaron en la Copa. Pues ellos estaban más que convencidos de ganarla, y no era para menos, después de eliminar al Madrid, al Barça y al Atlético, y de ver que el Espanyol solo había eliminado a tres babetas, entre los que se encontraba el Cádiz, creían que iba a ser un juego de niños ganarles. Pues no, lo que ellos creían que iba a ser un tú la llevas sin sentido, se convirtió en una guerrilla y les dieron cuatro pedrás en el coco, con cuatro mataquintos de la vía, de las que te dejan tonto un mes. Claro, y el pasillo que debería hacerle el Cádiz por ser campeón se va a convertir en un tiburón, que es más o menos lo mismo pero todo el mundo dándote cosquis, y que se le solía hacer a un chiquillo que estropeaba un juego o hacía el tonto en él. ¿Eso duele tela! También lo digo por experiencia. Total, lo dicho, tranquilidad porque este partido, por lo visto, lo ganamos aunque nos la juguemos ¿a pares y nones!
Pues tengo un sobrinito, Tomasito, y el pobre no las tiene todas consigo, está hundido y nervioso. Su cofradía no salió el viernes, porque estaba cayendo tela, y ahora no sabe si coger el capirote y tirarlo o llevarlo a los italianos y que se lo llenen de bola de chocolate. Él es de esos niños que se llevan todo el día jugando a la Play Station, o al Nintendo o al ordenador, o a todas esas cosas raras que yo no sé ni encender. Y claro, en todos esos juegos al Cádiz siempre se la dan para ir pasando, o sea, que en todo lo que sea electrónico, el Cádiz lo tiene chungo pero chungo de verdad. Y todos sus amigos, que por cierto solo los ve en vivo y en directo en los cumpleaños, pues lo que habla y juega con ellos es por ordenador, le están diciendo que el Cádiz ya está en Segunda. Así, la criatura está con más mala cara que un japonés con fatiga. Yo no podía aguantarlo y he ido a levantarle la moral y le he comentado que esto es un juego de niños, que no se preocupe. Pero un juego de niños de verdad, no irreal, de esos donde hay que correr, saltar, empujar... ¿Hombre!, que tienen el peligro que te hagan un cardenal o una chocaura, pero que así y todo es mejor que terminar con el culo plano y todo el coco cuadrado de ver una pantalla. Y que en todo juego de niños, algunos se safan y otros la quedan, algunos ganan y otros pierden, algunos lloran y otros ríen. ¿Eso es la vida! Y hay que jugarla. Si te ganan porque los otros niños son más grandes o más listos, ¿qué le vas a hacer? Pero lo que nunca hacen los niños es entregarse, rendirse, porque te dan el cosqui y la pringa por no jugar. Así que a jugar, a por ellos.