Testigos de la Andalucía obrera
Un libro y una exposición reivindican el valor histórico del patrimonio industrial de Andalucía
Actualizado:EL tiempo ha pasado factura a sus paredes, débil reflejo de lo que fueron, pero la imponente chimenea sigue allí, como si nada, mirando desafiante al cielo. En una época no muy lejana, de su interior salían la esencia que perfumaba a las mujeres francesas, el oro que se enviaba a Amberes (Holanda) o la harina y el azúcar que surtían a toda una comarca. Fábricas, factorías, herrerías, minas y ferrocarriles son el testimonio en piedra y metal de la evolución de una región a través de su industria, que comenzó a despuntar en el siglo XVIII y que se consolidó a lo largo del XIX y XX.
Ahora, la Consejería de Obras Públicas y Transportes quiere rendir homenaje a esas 'culturas del trabajo' que, en muchos casos, han caído en el olvido tras ser desplazadas por procesos de producción más avanzados. Para ello, y con motivo del Día Internacional de los Monumentos y Sitios, instituido por la UNESCO el 18 de abril y dedicado este año al patrimonio industrial, se ha editado un libro que invita a reflexionar sobre el interés y la conservación de la riqueza obrera de la Comunidad. 'Patrimonio industrial de Andalucía: portfolio fotográfico' recupera para la memoria una treintena de yacimientos, edificios o escenarios industriales a través de las imágenes captadas por 14 fotógrafos y de las explicaciones de dos especialistas de las universidades de Sevilla y Granada, Julián Sobrino y Javier Piñar.
Fábricas del sur
El libro acompaña a la exposición 'Las fábricas del sur' que acercará las huellas de la industrialización andaluza a todas las provincias. Hasta el 18 de junio, la muestra estará en la Real Fábrica de Artillería de Sevilla (1720), un buen exponente de un espacio industrial que desempeñó un papel dinamizador de su entorno y cuyo uso -con fines distintos- se mantiene hoy día.
Una mirada por los vestigios de la Revolución Industrial revela el peso de la metalurgia y, sobre todo, de la minería en el despegue económico de la región. Los yacimientos -de oro en Rodalquilar (Almería), plata en las Cuevas de Almanzora (Almería) o hierro en Alquife (Granada)- atraían la inversión de emprendedores belgas, ingleses y franceses, transformaban el paisaje e impulsaban la creación de nuevos poblados. Así, la colonia francesa que trabajó en el cerco industrial de la sociedad minero metalúrgica de Peñarroya dejó su impronta en la arquitectura de la zona, con casas para los directivos con un gran jardín delantero y verjas de madera alrededor. En Huelva, la Riotinto Company, dueña de las minas, construyó el actual pueblo Minas de Riotinto, con el elegante barrio de Bellavista para el staff de la compañía.
El ferrocarril
Pero si algo alteraba la vida rural de una localidad era el ferrocarril. La estación de Jabugo-Galaorza, en el recorrido de Zafra a Huelva, generó a finales del siglo XIX un espacio residencial y urbano, El Repilado, en el que se implantaron industrias modernas como una fundición, una harinera o una central térmica.
La industria agroalimentaria fue otro puntal de la economía andaluza. La aplicación de los procesos industriales al sector alimentario se tradujo en construcciones como las almazaras -la de Núñez de Prado (Baena, siglo XVIII) está considerada una de las industrias del aceite en activo más antiguas del Mediterráneo-, las azucareras -con amplia presencia en el litoral, desde Málaga a Almería-, las harineras -la fábrica Nuestra Señora del Rosario, del siglo XX, fue el eje en torno al que giraba la economía del municipio jiennense de Fuerte del Rey- o las bodegas -las de San Patricio de Garvey, en Jerez, construidas por Miguel Fisac representan a una arquitectura que en los 70 experimentaba con los 'huesos' de hormigón-.
Pero lo que en su día fue el centro neurálgico de un barrio o una ciudad, quedando obsoleto años o siglos después, sigue teniendo hoy funcionalidad. Claro ejemplo es la Factoría de la Comisaría Algodonera en Tabladilla (Sevilla), una empresa creada bajo el mandato de Primo de Rivera y que ahora es sede de la Consejería de Agricultura.
Rehabilitación
La Fábrica de Tabacos de Málaga -que albergará oficinas municipales-, las canteras de la Sierra de San Cristóbal en Cádiz -que están siendo catalogadas como bien de interés cultural- o la harinera La Alianza en Puente Genil -que se rehabilitará para uso cultural- son sólo algunas muestras del patrimonio industrial que se ha salvado de la criba del tiempo. Otros espacios, en cambio, aún esperan a que alguien los rescate del abandono.