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Grato sabor añejo a pesar de los cambios
La hermandad de San Lorenzo volvió a la calle muy renovada después la crisis que sufrió hace un año
Actualizado: GuardarAfigidos volvía a procesionar en la tarde del Jueves Santo. La cofradía de San Lorenzo se había quedado en su templo el año pasado cuando atravesó una profunda crisis y se quedó sin junta de gobierno. Afligidos retornaba a los itinerarios con más interés que nunca y con muchos cambios. Entre las novedades estaban los responsables de la corporación, la no presencia de mujeres vestidas de mantilla, algunos hermanos con chaqué delante del paso, y los estrenos de las dalmáticas, las 180 túnicas y las caídas del paso.
El sello de veteranía lo ponían el propio misterio y la cuadrilla de cargadores dirigida por José Julio Reyeros Cánovas. Una hora antes de la salida, se ultimaban los preparativos. Algunos cofrades quisieron vivr en primera persona este importante momento de la Semana Santa y se dieron cita en San Lorenzo. Estaban entre otros David de la Fuente de Humildad y Paciencia, Encarnación Orellana, Priora de Servitas y Miguel
Ángel Novo, de Las Penas.
El nuevo hermano mayor de Afligidos, Ramón Velázquez, rehusaba atender a LA VOZ. Sí lo hacía Ana Rosa Bedoya, de la junta de gobierno, quien manifestaba que «hemos hecho todos un gran esfuerzo y al final lo hemos conseguido».
Se recuerda que había que transmitir un mensaje «de fe, devoción, esfuerzo y mucha unión. Los 64 cargadores de este pesado misterio se fajaban antes de pasar a la iglesia. El capataz José Julio Reyeros es hermano de Afligidos desde hace cuarenta y cuatro años. Esta es la décimo cuarta vez que su cuadrilla va a sacar a la calle a Nuestro Padre Jesús de los Afligidos y María Santísima de los Desconsuelos. Está sereno y se le nota a la vez muy emocionado. «Tengo más ilusión que nunca, para mí es una tradición». José Julio aseguraba que el paso iría «con seriedad, sobriedad y señorío», como se había pedido desde la junta de gobierno. En la iglesia, el padre José Araujo se dirigía a los hermanos y requería recogimiento y seriedad para la salida procesional. Se rezaba entonces la oración de esta hermandad. Dos mujeres vestidas de mantilla, hermanas de Las Penas, aparecían por el templo creándose entonces un leve murmullo. José Araujo también solicitaba a los medios de comunicación respeto y que «no estén en el centro de la puerta porque esto no es una manifestación». Poco después se iban formando con gran disciplina las filas de penitentes y se abría la iglesia para que saliera la cruz de guía con los dos faroles restaurados para esta ocasión.
A las siete y veinte de la tarde ya han salido todos los penitentes. Entre ellos va el anterior hermano mayor de la cofradía, José Rodríguez. También están en Sagasta los hermanos de chaqué que van delante del misterio.
El paso está en la puerta. Se salen algunos cargadores, los de las bandas, para tomarlo en peso. En ese instante le quitan las patas. «Las bandas a la calle y me esperáis ahí», dice el capataz. Comienza la maniobra más complicada por las dimensiones de este paso cuya mesa es entera de madera. Suena el himno nacional. Afligidos acaba de iniciar su desfile con más ganas y más sentimiento que nunca. Con una escalera se coloca la parte más elevada de la cruz del nazareno. Llega entonces la primera levantá. «Que sea bonita, todos por igual».
Marcha Afligidos por Hospital de Mujeres y rumbo a la Catedral donde sería la primera de la tarde en realizar su estación de penitencia. Al cierre de esta edición el paso iba por la calle San José para tomar después por uno de los puntos más lucidos, la calle Mateo de Alba, camino de su templo.
Fue sin duda, el feliz regreso, la noticia más esperada de una Semana Santa respetuosa con el tiempo y agradecida por la vuelta de una corporación con sabor antiguo.