Berlusconi, en su propia trampa
Actualizado: GuardarBerlusconi ha perdido las elecciones por sus maquiavélicas marrullerías: han sido las reformas de última hora de la ley electoral, realizadas con la oposición de la izquierda, las que han otorgado a Prodi la victoria -los votos de los emigrantes han resultado ser decisivos en el Senado- y van a permitirle gobernar con cierta holgura -automáticamente, el partido que gana las elecciones obtiene una prima de escaños en la cámara baja-. La ingeniería electoral tiene estas cosas: con extrema facilidad se vuelve en contra de quien intenta la manipulación. Lo que debería ser interiorizado por quienes tengan la tentación de reformar el modelo en provecho propio. Uno de los más acreditados expertos en sociología política, Maurice Duverger, ya explicó que todos los sistemas electorales, que son las reglas de juego de la democracia, son equivalentes, ninguno es perfecto, todos producen distorsiones de la representación, y el secreto de la estabilidad democrática estriba en mantenerlos invariables, o en transformarlos sólo mediante amplísimos consensos. Aquí hemos seguido su consejo: nuestro modelo fue implantado antes incluso que la Constitución. Deberíamos preservarlo de cualquier veleidad.