Jueves del Nazareno
Actualizado: GuardarAl publicarse tradicionalmente esta columna los jueves, por segundo año consecutivo, volvemos a encontrarnos en Jueves Santo. Después de unas jornadas con un tiempo meteorológicamente espléndido y tras haber asistido al desfile procesional de gran parte de nuestras cofradías por las calles de Cádiz como hace años no veíamos, nos preparamos para asistir a «la gran noche».
Hoy, desde primeras horas de la mañana, será incesante el ir y venir de gaditanos por la cuesta de Jabonería para visitar al Nazareno. El reguero de fieles que acudiremos a su remozada capilla en la Iglesia de Santa María, será un signo inequívoco del reconocimiento que profesamos al Señor de Cádiz. Su majestuosa estampa, desde lo alto del calvario de claveles rojos con la cruz a cuestas y su mirada penetrante, nos volverá a sobrecoger como cada año. Las saetas desgarradas y espontáneas, a pié de paso, enmudecerán a la riada humana que sin duda inundará el templo y podremos vivir una vez más esos momentos mágicos que se repiten invariablemente en las mañanas de nuestro Jueves Santo.
El tradicional fervor de los gaditanos a su «greñúo», se asienta sobre la sólida creencia de que Él protegió y llenó de favores a nuestros antepasados durante las epidemias de fiebre amarilla que asolaron nuestra ciudad siglos atrás. Por esto, en justa correspondencia nosotros, los actuales gaditanos, mantenemos y transmitimos a nuestros descendientes esa devoción.
Hoy, con las últimas luces del día, se abrirán las puertas de su capilla y se paseará majestuosamente por nuestras calles hasta casi los primeras rayos del alba. Ese recorrido, jalonado de fervor y sentimiento acallado solo por el sonido de las maniquetas, es un claro exponente de lo que es nuestra Semana Santa.
Vivamos este Jueves Santo, este Jueves del Nazareno, con la intensidad que corresponde y disfrutemos, ¿cómo no!, contemplando a nuestro Regidor Perpetuo. Aprovecharemos también para pedirle toda clase de bienes para nuestra ciudad, que buena falta nos hace.