A los cielos desde el Gólgota catedralicio
Actualizado:De negro y púrpura -los colores catedralicios- son los nazarenos que escoltan al Cristo gótico de La Viga por las calles de Jerez en este Lunes Santo y a la Copatrona de la ciudad, Nuestra Señora del Socorro.
La talla y crucificado más antiguo de la imaginería jerezana procesionó por las calles con el rigor y la austeridad que le caracteriza en esta última década.
La imagen sigue siendo centro de debate sobre el momento de su realización, pero nadie duda de su inconfudible estilo gótico, sobre todo porque contrasta con las imágenes de otros crucificados de la ciudad.
Todo lo que rodea al Santísimo Cristo de la Viga va acorde con lo que la talla representa: el último aliento de Cristo. La hermandad hace años que rescató para el exorno florar los clásicos statis de color morado y a los piés del crucificado los cardos borriqueros blanqueados en lejía, un detalle de Pedro Ramírez Pazos que años después de poner la idea en marcha sigue siendo muy comentado por el público, entendido o no, una vez la cofradía está en la calle.
En la mañana del Lunes Santo, la Junta de Gobierno de la cofradía se desplaza a la Parroquía de Madre de Dios para pedir la venía a la homónima de Amor y Sacrificio, ya que ésta última por antigüedad, debe pasar la última por la Carrera Oficial, y por mor de ajustar los horarios y evitar las esperas de las cofradías al coincidir en diversas calles, se cede a La Viga cerrar la Carrera Oficial en esta jornada.
José Luís Villaverde y Manuel Soto son los encargados de los martillos de ambos pasos.
El Cristo va en riguroso silencio, aunque podría retomarse la idea que en su día lanzó el Obispo Emérito de Jerez, D. Rafael Bellido Caro, de que un cuarteto de cámara interpretando música sacra acompañara a la talla gótica.
El palio del Socorro llevó tras su manto a la Banda de Las Cigarreras de Sevilla.
La recogía de La Viga es el momento culmen de la Cofradía en su estación de penitencia. Cientos de bengalas rojas iluminan un Reducto catedralicio a oscuras y ocupado por el público que no quiso perderse una de las mayores estampas y momentos emotivos de la Semana Mayor jerezana.
Una tradición que se remonta a mitad del siglo XX, y que después de perderse fue recuperada por los hermanos en el año 1986 tras el visto bueno del Obispado de la Diócesis.
No menos impactante es el palio de la Copatrona de Jerez, Nuestra Señora del Socorro, título otorgado por la ciudad en reconocimiento por los milagros acaecidos, hoy leyendas, en algunos momentos de la historia de la ciudad.
Ayer, cuentan las crónicas, una vez más la arruga en el cuello del Socorro se hizo latente cuando comenzó a subir el Reducto a los acordes de Cristo de la Viga y Virgen del Socorro, obras compuestas por Francisco Orellana.
Como siempre, una representación en la presidencia de la Hermandad del Santo Entierro, con quien la Viga está hermanada, ya que fue con los hermanos de esta cofradía con los que procesionó por primera vez la talla del Cristo del Arroyo.
La hermandad que tiene sede canónica en el primer templo jerezano estrenaba para esta ocasión un juego de ciriales, incensarios y navetas.
Para el paso de palio, la mayordomía de la cofradía decidió exornarla floralmente con claveles blancos y sin vela rizada, como viene siendo habitualmente en los últimos años.
En uno de los marcos más cofradieros y angostos del Jerez histórico, los tramos entre las calles Barranco y Tornería, saetas para el palio de la Copatrona de Jerez y para el Cristo de la Viga.