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LA GLORIETA

Su moral

LETICIA SÁNCHEZ-SERRANO/lsanchez@lavozdigital.com
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La semana pasada, una cadena estatal emitió un reportaje sobre la figura de Encarna Sánchez. El programa analizaba las luces y las sombras de la locutora. En definitiva, nada que ya no supiésemos. Tras la emisión, llegaron las reacciones. Desde las diferentes cadenas, periodistas y asiduos contertulios de los programas del corazón opinaban sobre el reportaje. En el grupo de los críticos, todos resaltaban el derecho de los muertos a descansar en paz. Como si al hablar de ellos estuvieran incumpliendo una extraña ley moral de nefastas consecuencias, cuyo origen es la pura superstición. ¿Y si se me aparece por la noche por no defenderla?

Si todos actuásemos en función a esta afirmación, los historiadores estarían en paro, dado que los protagonistas de sus obras están todos muertos, algunos desde hace demasiado; y qué pasaría con aquéllos que se dedican a escribir biografías sobre los grandes personajes... Aunque igual se refieren a una ley exclusiva para famosos. En este caso, qué hacemos con los llamados biopic, biografías dramatizadas de personajes famosos, es decir películas que giran en torno a la figura de un personaje ya fallecido.

Estos días se está rodando en España una cinta sobre Lola Flores, que en breve recalará en Jerez. Este filme analiza la vida de la faraona desde su estrecha relación con Manolo Caracol, un tabú durante muchos años, hasta que conoce a su marido Antonio González, El pescaílla. Ahora, queda esperar la reacción de aquéllos que criticaban la moral de los que habían elaborado la pieza informativa, dado que tanto el reportaje como la cinta ahondan en el perfil de dos personajes importantes que ocultaron parcelas de su vida. ¿O no es lo mismo?