El máximo jefe de la mafia siciliana, Bernardo Provenzano , en el interior de la comisaría de Palermo, Italia, tras su arresto. | EFE
golpe a la MAFIA

La policía detiene a tres supuestos colaboradores de Bernardo Provenzano

Los detenidos habrían llevado al jefe mafioso ropa, comida y los famosos papelitos que el jefe mafioso utilizaba para comunicarse

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La Policía italiana ha detenido hoy a tres personas acusadas de colaborar con el líder máximo de la Cosa Nostra, Bernardo Provenzano, capturado ayer en una casa de campo cercana a Corleone (Sicilia), su pueblo natal, tras 43 años como fugitivo.

El jefe de la división móvil de la Policía de Palermo, Giuseppe Gualtieri, ha señalado que los detenidos son tres "corleoneses" que habrían llevado a Provenzano ropa, comida y los famosos "pizzini" (papelitos escritos) que el jefe mafioso utilizaba para comunicarse con sus colaboradores.

"Cuidaban de las comunicaciones, le hacían llegar paquetes y le daban asistencia logística", ha indicado Gualtieri a la televisión Sky TG24.

Ha agregado que el arresto de Provenzano, por cuya captura había una recompensa de 2,5 millones de euros, "es un punto de partida, las investigaciones prosiguen".

Las últimas detenciones las han ordenado la Fiscalía de Palermo y la Dirección Nacional Antimafia, y han sido ejecutadas por el mismo grupo de agentes que ayer detuvo al número uno de la "Cosa Nostra".

Un escondite reciente

El jefe supremo de la mafia siciliana se ocultaba en su feudo, la comarca siciliana de Corleone, en una vieja casa de campo cuyo propietario, un pastor, Giovanni Marino, fue arrestado poco después de la captura de Provenzano.

La Policía cree que el "jefe de jefes" se escondía desde hace cerca de un año en esa casona, donde encontraron varias copias de la Biblia y la máquina que utilizaba para escribir sus famosos "pizzini", en los que siempre daba "gracias a Dios", al que confiaba su protección y la de sus destinatarios.

Fuentes cercanas a la investigación detallaron que el capo mafioso transcurría las jornadas solo, en las tres austeras habitaciones de la vivienda, que tenía las ventanas tapadas con plásticos para no dejar ver la luz del interior.