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El polígono de al lado
Los negocios de zonas industriales que el desarrollo residencial deja en pleno casco urbano conviven sin muchos problemas con los vecinos, mientras empiezan a recibir ofertas para la construcción de viviendas
Actualizado: GuardarAunque forman parte del paisaje ciudadano, no deja de ser curiosa la imagen de naves industriales y comerciales demasiado cerca de bloques de pisos y unifamiliares. Es el caso de reductos empresariales como los de las calles Córdoba y Jabato y los polígonos Naviarco o -más recientemente- Autopista, cuyos ocupantes se sienten integrados como un vecino más en sus barrios. Al menos de momento.
Esta peculiar convivencia es, simplemente, otra muestra más del enorme crecimiento que viene experimentando Jerez. De hecho, el avance del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) se detiene en destacar expresamente áreas con uso de actividades económicas en pleno núcleo urbano, como el sur del Puente de Cádiz, la carretera de Cartuja, la fábrica de botellas y la harinera de la avenida de Arcos o la zona bodeguera de la calle Pizarro.
Pero, hoy por hoy, ningún ejemplo es comparable al polígono Naviarco, completamente rodeado de viviendas y donde trabajan unas 35 empresas en otras tantas naves. En este caso, promotoras han 'coqueteado' con algún propietario, ofreciendo suculentas cantidades para la compra de sus parcelas, la recalificación urbanística de los suelos y la construcción de viviendas.
Así lo confirma Juan García, de Ferretería Pineda, quien de todas formas deja claro que «no nos planteamos cambiar de lugar». Este empresario se muestra bien informado, e indica que el futuro planeamiento mantiene este polígono industrial como «un núcleo de servicios y comercios» justo en la esquina entre las avenidas de Arcos y Lola Flores.
Además, García recalca que cualquier nuevo proyecto en estos terrenos «debe ser aprobado por la comunidad de propietarios». Su presidenta, María José Ramos (de Electrorramos), asegura que, por ahora, no tiene conocimiento sobre propuestas formales de alguna constructora y, personalmente, tampoco se plantea una mudanza porque «la verdad es que nos hemos quedado en muy buena zona. Nosotros estamos aquí desde principios de los 90, cuando todo esto era campo; poco a poco se hicieron los pisos y ahora esta zona está muy bien comunicada».
Desde la Gerencia Municipal de Urbanismo se deja claro que la unanimidad de los propietarios es un requisito indispensable en ésta y cualquier otra zona empresarial para aceptar y promover una recalificación de terrenos.
Según fuentes oficiales, este organismo atiende periódicamente consultas de empresarios que están recibiendo ofertas de constructoras y preguntan sobre su viabilidad. A todos se responde que en el nuevo PGOU «ningún polígono industrial que esté en uso, en funcionamiento e integrado en la ciudad, va a cambiar de uso», a menos que esta actuación «cuente con el consenso de todos los propietarios».
Desde luego, la unanimidad es difícil de conseguir. En Naviarco, Manuel Rincón, de Muebles Navarro, o Rogelio Llamas, de Zootecnia, están dispuestos a escuchar propuestas pero tampoco tienen demasiado interés en cambiar de emplazamiento, más cuando la relación con los vecinos de la zona es perfectamente normal y no reciben quejas por las molestias que pueda originar su actividad.
Lo mismo ocurre en las calles Córdoba y Jabato, más que nada porque en la misma parcela conviven sólo cinco vecinos con casi una treintena de empresas, según explica José Luis Aguilar, del bar Córdoba, quien recuerda que «los negocios estaban aquí antes, y la gente está acostumbrada».
En la esquina de la avenida de México construyen pisos de lujo, y en el taller de Julio Expósito este crecimiento se contempla como una ventaja: «Con las nuevas viviendas, mejoran los accesos y el movimiento de público que supondrá el Mercadona que están construyendo nos favorece».
En esta idea insiste Gabriel Pinedo, de Licorerías del Sur SA, mientras contempla la promoción que está a punto de terminarse junto al polígono Autopista, en la avenida de Europa. Pineda considera que su tienda de vinos y cavas «encaja muy bien con el entorno», como la mayoría de las más de 120 empresas que trabajan en este recinto industrial, que tiene bastante vocación comercial.
Sólo negocios como Serviobra, cuya nave linda con las zonas comunes de las viviendas en construcción, se plantean cambiar de ubicación pero porque «las instalaciones se nos quedan pequeñas», explica José García. Tal crecimiento residencial preocupa un poco a Luisa María Barrera, de Rótulos Palmar, y a Rafael Reguera, de Reguera Fitosanitarios, porque tienen bastante problemas de tráfico: «Los accesos ya son horrorosos, y si la gente acaba utilizando nuestras calles como avenidas...». Ambas partes, por ahora, están obligadas a entenderse.