![](/cadiz/pg060407/prensa/fotos/200604/07/062D5JE-OCI-P1_1.jpg)
«No concibo el toreo sin parar, mandar y templar»
Actualizado: GuardarLa pasión y la forma de vivir en torero. Eso sería lo que define a un hombre como Luis Parra Jerezano. Una vida marcada por la dureza, con un camino que no ha sido fácil recorrer en una época en la que los toreros como Ordóñez, Camino y El Viti mandaban y engrandecían la fiesta y la marcaban hasta nuestros días. Jerezano no lo tuvo fácil, pero su valor seco, su temple y su torería le llevaron durante varias temporadas a ser un torero respetado y seguido.
¿Cómo le nace la afición?
Fue cuando vivía en el barrio San Pedro. En esa çépoca Juan Antonio Romero triunfaba a lo grande y varios chavales y yo empezamos a entrenar y a querernos parecer a él.
¿Qué recuerdos tiene de la primera tarde?
Esa noche no duermes y sientes una cosa muy especial. Es inexplicable. Sólo lo entienden los que la pasan.
¿Cómo era el Jerez taurino de antes?
Impensable como el de ahora. Por aquel entonces, la temporada en Jerez empezaba el Domingo de Resurrección, después Feria, después novillada, alguna corrida de toros, la corrida del Arte, y seguían novilladas sin caballos y varias becerradas. Terminaba con la Feria de septiembre y siempre la plaza estaba casi llena.
Defínase como torero.
Recuerdo que mi hermano trabajaba con don Álvaro y me llamó para echarme una becerra. La toreé y después salió él. Hasta aquel entonces mi toreo no estaba definido y ví a don Álvaro encima de un caballo cómo iba despacito y templando hacia la becerra. Desde entonces mi toreo intentó ser lo más templado posible.
¿Qué diferencia hay entre el toro de antes y el de ahora?
Mucha. No culpo a nadie, pero el toro de hace treinta años se movía más. Ahora parece ser que empieza a recuperarse la raza, y eso es lo importante para que la gente se divierta.
¿Qué le parecen los toreros de hoy en día?
Con el tipo de toro que hay ahora, no se puede hacer más, sólo acoplarse. El toro de antes, al ser más enrazado que el de ahora, no te permitía retrasar la muleta como lo hacen los toreros de hoy.
Ahora existen las escuelas de tauromaquia, ¿cuál eran la escuela de antes?
La de antes eran los mismos maestros, cuando iban a los tentaderos y te encontrabas a grandes figuras. Había que fijarse mucho y verlos torear para poder aprender algo. Hoy, afortunadamente existen las escuelas y a los chavales se les explica todo.
¿Le ha gustado enseñar a tantos matadores de toros?
Mucho. Porque para cualquier profesional que le hayan salido matadores, banderilleros y sobre todo grandes aficionados es importante. Recuerda que cuando yo era profesor de la escuela decía que si no llegabas a ser matador de toros, lo importante es que seas un gran aficionado.
Cuénteme la historia de México.
Después de un mal negocio, pensé que lo mío era torear. Así que con 4.000 pesetas, a finales del 69, me fuí a México. Pedí torear, pero llegaba con una visa de turista, con lo cual me dijeron que sí, pero que tenía que salir del país. Durante esos días, me fuí a Texas, Estados Unidos, y entrenaba en la habitación del hotel con una silla. Hasta que me llegó el visado y me pude ir a México, y allí empecé de nuevo mi carrera triunfando de una manera muy fuerte.
Las Ventas. Hábleme de la tarde de los Vitorino.
Las Ventas es una de las plazas de las que más recuerdo tengo, porque el público me acogió muy bien. Cuajé un novillo de Núñez y sobre todo un toro de Vitorino al que corté dos orejas. En esa corrida recuerdo que toreaba con El Macareno y Mota. Al Macareno le dio una cornada y lo metió para adentro. La corrida se convirtió en un mano a mano, y mi segundo me mandó también a la enfermería. Pero quise salir a matar el único que me quedaba. Me fui a la puerta de chiqueros y el chulo de toriles después de haber visto lo que me pasó en el anterior no me quiso abrir. Me tuve que levantar, y decirle: «Por Dios, ábreme, que no sabe el miedo que estoy pasando». Al final, el hombre abrió y tuve la suerte de cortar las dos orejas y salir por la Puerta Grande de Las Ventas. A los tres días me llamaron, porque se había muerto el de los toriles. No sé si sería de la impresión...
Se sufre como padre de torero...
Mucho. A tu hijo tienes que decirle que se deje matar, y una vez que te acuerdas de estas palabras, piensas que es mejor que te trague la tierra.