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'Imperio'

JOSÉ JAVIER ESPARZA/
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Antena 3 vistió su noche del lunes con una de romanos: Imperio, una superproducción que, si lo hemos entendido bien -últimamente no es fácil aclararse en la ensalada de la industria audiovisual-, ha fabricado la Touchstone inicialmente para la cadena norteamericana ABC y forma parte de los productos de la casa Hallmark, que suscribió un acuerdo con Antena 3 para que este canal emita en España sus principales títulos. Imperio es una miniserie de seis episodios. Aquí, como es norma, Antena 3 la ventila en dos abusivas tandas de tres horas. La primera la vimos el lunes y la otra mitad quedaba para el martes.

Una evaluación sumaria: desde el punto de vista de la técnica audiovisual, es un producto de mucho fuste; desde el punto de vista del relato histórico, es deplorable. Se ha dicho que Imperio recoge el hilo del Gladiator de Ridley Scott y de la Roma de la BBC. Con Gladiator comparte la estafa histórica, pero no alcanza su alto nivel cinematográfico; con Roma, un ejemplo de producto audiovisual relativamente fiel a la realidad histórica y recién vista en Cuatro, comparte la brillantez formal, pero no coincide en esa voluntad de rigor histórico.

Por el contrario, lo que Antena 3 nos ofreció la otra noche, este Imperio concebido como producto de gran lujo para la televisión, es absolutamente infumable como cine histórico por varias razones: ante todo, porque su protagonista, Octavio, sobrino de César, es retratado con unos colores que no tienen nada que ver con el Octavio de verdad; después, porque el planteamiento narrativo no se esfuerza lo más mínimo por adecuarse al mundo de valores de la Roma histórica; además, porque el guión se hace ridículo a fuerza de prodigarse en guiños políticamente correctos para el público americano; por último, porque el dibujo del contexto histórico-político es de una simpleza desoladora. Eso sí: buen ritmo narrativo, decorados excelentes, vestuario canónico, uniformes vistosos, atmósfera realista. Y nada más.