Sociedad

Reconstruyen las vejigas de siete pacientes con tejido de células madre

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Científicos estadounidenses han dado un paso significativo para crear en el laboratorio órganos a la medida, aptos para trasplante. Médicos de la Universidad Wake Forest detallan en la edición on- line de la revista médica The Lancet la evolución de los primeros casos de pacientes a los que se les ha trasplantado parte de una vejiga creada en el laboratorio, a partir de una pequeña biopsia.

Los pacientes tratados eran niños y adolescentes con una malformación congénita que impedía el correcto funcionamiento de la vejiga. Pero el avance también podría revolucionar el tratamiento de enfermos a los que el cáncer obliga a seccionar parte de la vejiga. El coordinador de este estudio, Anthony Atala, trabaja en la generación de hasta 20 tejidos y órganos diferentes, incluidos vasos sanguíneos y corazones.

Los urólogos llevaban decenas de años buscando el material más idóneo para reparar este órgano dañado. Vejigas incontinentes e incapaces de vaciarse, que podían provocar daños renales irreparables. Hasta la fecha los trasplantes de intestino para ampliar la vejiga y mejorar su función se consideraba la opción menos mala, pese a la aparición de cálculos renales y un mayor riesgo de que apareciera un tumor en la zona.

El tejido cultivado en el laboratorio a partir de las células de los pacientes resuelve esos problemas. Los resultados que se publican hoy se refieren a siete pacientes de, entre 4 y 19 años de edad, a los que se les trasplantó ese tejido y se vigiló su evolución durante cinco años. Los jóvenes intervenidos padecían espina bífida, una malformación congénita frecuente, que en los casos más severos impide el funcionamiento correcto de la vejiga, que en la de estos pacientes había perdido su capacidad para expandirse al almacenar un mayor volumen de orina. La ausencia de elasticidad provocaba problemas de incontinencia y una presión interna que ponía en riesgo sus riñones.

A todos ellos, se les realizó una biopsia para obtener un pequeño parche de entre 1y 2 centímetros cuadrados de su vejiga. Las muestras contenían células musculares y uroteliales, que se cultivaron en el laboratorio durante 7-8 semanas. En ese tiempo, las células crecieron, se expandieron y se colocaron en una malla especialmente diseñada para dar la forma deseada. El siguiente paso se dio en el quirófano.

Allí los médicos de la Universidad Wake Forest, adhirieron el nuevo tejido a la vejiga del paciente. No hubo ninguna complicación tras la intervención y cinco años después, el funcionamiento había mejorado sin ninguno de los efectos secundarios típicos de los injertos de intestino.

Un paso revolucionario

El objetivo principal de la cirugía era acabar con la presión interna de la vejiga para preservar los riñones. Y se consiguió en todos los pacientes, pero además mejoraron los problemas de incontinencia. Las fugas de orina fueron menos frecuentes -los chicos trasplantados pasaron de tener escapes cada 30 minutos a estar hasta 7 horas secos-. Tampoco se desarrollaron cálculos renales. Anthony Atala reconoce que el número de enfermos incluidos en el estudio es todavía muy pequeña, «aunque suficiente para considerar que esta técnica es una opción real».

Pedro López-Pereira, adjunto de Urología Infantil del Hospital La Paz, considera un paso «revolucionario» este tipo de injertos «si se confirman los resultados».