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LA VOZ DEL LECTOR

Beldades del buen paño

FÁTIMA VILA
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Narices que vibran al son de la concentración polínica, pieles que se pegan a la ropa antitranspirante, limpieza de armarios y conciencias para recibir la primavera. Turno de herpes y eternos resfriados, el tiempo de las flores se descubre prometedor, felicidad en el mundo y mil infraestructuras culturales. Políticos que hacen las tareas, una buena foto y, chimpún, golpe de efecto al encéfalo colectivo.

Sentada frente al perchero en renovación, una impertinente etiqueta me muestra el paño por estrenar, la pesada carga de una ganga que no estaba a mi alcance. Con insolencia casi lasciva me recuerda que quizás nunca la vista. Estas cosas no pasan de moda. Es mejor comprarlas así porque cuando las necesitas no están tan baratas. No hay caso, como la dejes te arrepentirás. «Perdone, ¿aceptan tarjetas de crédito?». Algo ajustada por los excesos del frío, compruebo frente al espejo que la prenda resiste dignamente otro año a la sombra. Una pena no haberla lucido. Debiera planificar más el armario Economía doméstica, que lo llaman.

Los periódicos canturrean los nuevos proyectos culturales y proliferan abrazos en la primavera del por fin. Impertinente, me pregunto cómo resistirán las nuevas prendas el paso de las temporadas. Las lánguidas visitas de turistas despistados, la moribunda inquietud local, la humedad implacable y la cruel soledad de este quieto lugar del mundo. Frente al armario de una ciudad llena de ajuares por estrenar, me pregunto quién vapuleará esta economía doméstica, quién organizará el mercadeo que resucite sus calles. Perdida entre incómodas preguntas, respiro con la impavidez propia de la tierra. Por suerte, el buen paño no pasa de moda.