Cádiz C.F.

En defensa propia, lección aprendida

La zaga del Cádiz asume los errores cometidos en Valencia y los achacan en parte a la calidad del rival y a la falta de fortuna El cambio de sistema perjudicó a la retaguardia

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El Cádiz no encuentra el equilibrio. En Valencia, lo que ganó delante lo perdió detrás, para desesperación de todos. El equipo amarillo, pese a su mala racha de resultados y a ser penúltimo, había basado prácticamente todo su potencial en la fortaleza defensiva.

De los equipos de abajo, el conjunto gaditano era el que menos goles recibía, exceptuando al Racing de Santander. Apenas llevaba encajados poco más de un tanto por partido, y la zaga se mostraba como la línea más solvente del grupo. Sólo ante el Sevilla cayeron por goleada. El problema estaba en la delantera, pues los de Espárrago eran los menos goleadores con diferencia.

Ahora han cambiado las tornas. O por lo menos en Mestalla, pues está por ver si lo de la defensa es un descalabro particular o la consecuencia inevitable de correr un riesgo superior. El cambio de sistema ha fortalecido el ataque. Por primera vez en toda la temporada, el Cádiz logró tres goles. Lo hizo fuera de casa, en Mestalla, uno de los campos con más solera del fútbol nacional, y ante el meta Cañizares, el portero menos goleado de la categoría hasta el domingo. El tridente formado por Lobos, Enrique y Sesma funcionó casi a la perfección (faltó que el extremeño materializara más ocasiones), gracias a la movilidad de sus dos hombres de arriba. Visto que la iniciativa salió bien, Espárrago seguirá sacrificando a sus delanteros centro aunque en Carranza disfrutará de muchos menos espacios.

Casi cinco años después

En la parcela defensiva es donde ahora está el problema. El Cádiz no encajaba cinco o más goles desde septiembre de 2001 en Motril. La manita sufrida en Valencia tiene varias causas. La principal y más palpable es el cambio de sistema. El técnico cadista realizó un planteamiento mucho más arriesgado consciente de la necesidad de acabar con la escasez de goles y de ocasiones, y eso disminuyó la intensidad defensiva.

Problemas en las bandas

El equipo jugó sin bandas en ataque y fue precisamente por las alas por donde sufrió las embestidas valencianistas. Varela y Raúl López recibieron esta vez las ayudas de Bezares y Morán, menos acostumbrados a esa zona, pero la anarquía de Aimar y Angulo desarticularon la zaga amarilla. Fleurquin también estuvo demasiado solo en el centro por delante de la defensa y los chés tocaron con mucha facilidad y velocidad.

No obstante, varios futbolistas amarillos achacan la goleada a la calidad del Valencia, sobre todo de Pablo Aimar, y subrayan que les salió todo (con seis remates entre los tres palos anotó cinco goles). «Tienen jugadores que de la chistera sacan maravillas», apunta Víctor Espárrago. Destacan la jugada del segundo gol aunque asumen su error en el tanto de David Navarro, que cabeceó solo en el segundo palo «tras un error en la marca», como sentencia De Quintana. Sesma también se lamentaba de que el quinto gol había sido en fuera de juego.

El propio De Quintana también reconocía al final del encuentro que habían tenido una mala tarde. Habían fallado tanto en el plano colectivo como en el individual, ya que los jugadores locales desbordaron varias veces en el uno contra uno. «Tal vez hemos tenido algunos errores, pero son cosas del fútbol», comenta Espárrago. Entre los fallos destacaba el tanto tempranero del Valencia, «un gol en el vestuario», debido a la relajación con la que el equipo comenzó el duelo.

El sábado, la zaga deberá recuperar su mejor nivel frente a un Betis con problemas en ataque (es el tercer equipo menos goleador) pero que ha retomado el pulso a la categoría y viene con un Robert en estado de gracia.