CRÍTICA DE TV

Marbella

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Qué cosa más rara, esto de Marbella. Uno, que es un ingenuo, esperaba que alguien recordara, aunque sólo fuera de pasada, que Isabel García Marcos, una de las ahora encausadas por el Gran Pelotazo marbellí, llegó a la gloria impulsada precisamente por la tele, donde apareció en su día ataviada con los ropajes de justiciera contra la corrupción. Pues no, oiga: no hubo nadie para hacer memoria. Hubo, eso sí, mucho reportaje indignado, así en la crónica rosa como en la política. En la primera, en la rosa, hemos asistido a un espectáculo de dudosa limpieza: periodistas que habitualmente tienen Marbella por escenario, que forman parte del decorado, que con su trabajo multiplican el valor informativo de todo lo que pase en esa ciudad, nos cuentan ahora la gran estafa con rechinar de dientes y rasgarse de vestiduras, como si fuera algo imprevisible, insólito, inesperado.

Ah vaya: ¿Y qué esperabais? ¿Creéis que todo eso, la ostentación y las fiestas y el lujo y todas esas cosas que tanto os gustan, aparecen por sí solas, inocentes emanaciones de la alegría de vivir? ¿Qué pretendéis? Con una vida como la de un hidalgo castellano del siglo XV jamás podríais ganaros la vida. Vuestro negocio necesita marbellas, como antes necesitaba mónacos: alcantarillas doradas donde el dinero fluya hasta contagiar a todo de su brillo. Pero ese flujo nunca es inocente. Y vosotros lo sabéis, bellas almas indignadas; vaya que si lo sabéis. En el otro capítulo, que es el de la crónica política, tuvimos una pieza incomparable en 'Informe Semanal': severa relación indignada del pozo de ilegalidades que ha sido y es este emporio del negocio inmobiliario. A los guionistas del reportaje se les cayó una confesión llamativa: 'Informe Semanal' llevaba meses detrás del asunto, según nos dijeron.

¿Y por qué?, se preguntaría el espectador. Quizás 'Informe Semanal' había ido persiguiendo el escándalo de las facturas falsas en el ayuntamiento de Sevilla y, por el camino, se encontró con que algo se mascaba en Marbella. El semanario de TVE 1 nos contó cosas muy relevantes, es verdad. También nos dijo algunas otras que movían a risa: por ejemplo, que Marbella había decaído mucho desde que los grandes nombres de la jet-set (Soraya, Jaime de Mora, Gunilla, etc.) fueron reemplazados por la fauna del famoseo televisivo. He aquí a TVE defendiendo el derecho superior del ancien régime sobre la subversión sucia del populacho enriquecido. O sea, que sigue habiendo clases. De fondo, una impresión algo viscosa: esa cierta hipocresía de quien denuncia lo que antes ha tolerado y hasta estimulado. Eso no va por 'Informe Semanal', sino por la crónica rosa. Pero veamos la parte positiva: la hipocresía, recordaba D'Ors, es el homenaje que el vicio rinde a la virtud.