NO PUDO. Fernando Torres lo intentó pero no consiguió marcar en la tarde de ayer. / EFE
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El Celta golea en los últimos minutos y descuelga al Atlético de la lucha europea

Los de Pepe Murcia demostraron que se van quedando poco a poco sin recursos Los gallegos viajaron con las ideas claras y dos líneas defensivas bien definidas

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Un ordenado, atento y paciente Celta supo sacar provecho de la ansiedad del Atlético, y de las ausencias de Ibagaza y Maxi, para lograr un triunfo, más difícil de lo que dice el marcador, que le consolida en Europa y, prácticamente, cercena las esperanzas de los rojiblancos. Son ya cuatro los partidos consecutivos sin vencer del Atlético, que chocó contra su impotencia, contra un estelar Pinto y también contra Lizondo Cortés, quien erró en el penalti de la sentencia y, además, lo ordenó repetir.

Fue un duelo abierto, de estilos antagónicos, que mediada la segunda parte desniveló, de cabeza, a la salida de un córner, el ex colchonero Lequi, que no lo celebró por respeto a su antiguos colores. El Atlético, fiel a su idiosincrasia, es un equipo rápido, vertical, nervioso, demasiado precipitado y empeñado en reclamar a los árbitros, pésimos pero no culpables de su situación en la tabla. El Celta, mucho más pausado, se parapeta atrás, soba el balón sin miedo y no se precipita jamás. Maneja de maravilla los tiempos del fútbol, todo lo contrario que su adversario.

Los vigueses manejaron mejor la situación ya en el arranque, cuando pudieron decantar el choque a su favor pero se toparon con un espléndido Leo Franco. El guardameta argentino salvó en poco más de veinte minutos acciones de Baiano, Silva y Canobbio, sobre todo la del uruguayo, con marchamo de gol. De forma paulatina, empero, el Atlético se hizo con el dominio y las ocasiones, casi siempre, eso sí, a balón parado y en jugadas algo confusas. Le faltaban toque y precisión y le sobraban pelotazos. Un cabezazo de Torres que lamió el palo, un disparo de Antonio López que sacó bajo palos Ángel y un despeje de Lequi sobre propia puerta, llevaron la emoción a la grada.

Con más corazón que cabeza, el Atlético dominó la segunda mitad y, por momentos, llegó a encerrar en su área a un Celta encantado de su papel, que aguardaba sus oportunidades. Los madrileños no supieron traducir en gol ninguna de sus ocasiones.

En uno de ellos, Lequi aprovechó la pasividad de toda la zaga para poner el 0-1. Luego, el único protagonista fue Lizondo Cortés, que se equivocó al indicar el penalti a favor del Celta y lo mandó repetir tras desviar Leo Franco. Con todo el pescado vendido, De Bridde puso la guinda en un contragolpe. El Celta, vuela. El Atlético, se incrusta en la mediocridad.