Mayte Córdoba La herencia de la gastronomía
Actualizado: GuardarMayte habla y habla, hasta el punto de volver loco a su foniatra. Quienes la conocen la describen como una mujer de carácter abierto, trabajadora como sus padres e incansable en una conversación, sobre todo cuando habla de Cádiz, la ciudad que la vio nacer hace 42 años. Tenía sólo unos meses cuando Gonzalo Córdoba abrió en el corazón del barrio de La Viña El Faro. Fue un 4 de abril de 1964 y lo que en un principio era una barra con mesitas y taburetes es, hoy en día, todo un imperio de la hostelería en la provincia y un referente de la gastronomía gaditana para quienes visitan la Tacita de Plata.
A los 14 años, ya ayudaba a su padre en el negocio, sustituyendo a los empleados que estaban de permiso. Tras realizar estudios de Turismo en Jerez marchó a trabajar al Hotel Es-cuela de Marbella, pero el amor por su tierra y por el que después se convertiría en su marido le hizo regresar a Cá-diz. Aquí se incorporó a las oficinas de El Faro, aprendiendo mu-cho de Luis Núñez y de su hermano Fernando.
Es muy parecida en el carácter a su padre, del que ha a-prendido el trato con la gente, «a enseñar y a delegar», pero asegura que su madre le ha dado siempre muy buenos consejos y le ha inculcado el arte de la cocina hasta tal punto que su nieto Mario, hijo de Mayte, quiere ser cocinero de mayor «porque desde los cuatro años lleva liando albóndigas con mi madre».
De los seis hermanos, tres se dedican a la hostelería, Fernando dirige El Faro de El Puerto, José Manuel el Restaurante El Chato y ella El Faro de Cádiz, además del Catering que lleva Luis Núñez, hombre de confianza de la casa que lleva más de treinta años con la familia Córdoba. «Estamos muy unidos, es necesario para sacar las cosas adelante. Para mí, la familia es fundamental». Asegura que uno de los secretos de El Faro es haber tenido mucha suerte con su personal, que siempre ha sido fiel y profesional. De hecho, hay dos empleados, Pepe Quirós y Ricardo Cubiella, que llevan más de 40 años. Empezaron de niños.
Hace siete años, coincidiendo con la edad para jubilación de su padre, los hermanos de Mayte decidieron que ella debía estar al frente del negocio matriz. Ahora reconoce que ha heredado ese afán de su progenitor por las obras de mejora, que tanto le criticó. La hostelería hay que cuidarla hasta el último detalle «para que el cliente se sienta como en casa».
Su padre ya ha cumplido 72 años, precisamente el jueves cuando el Grupo El Fado inauguró las nuevas dependencias en el Baluarte de los Mártires, reformado para acoger celebraciones. Toda una muestra de que el trabajo y la profesionalidad de tantos años dan sus frutos.