El juicio del crimen de Cerro del Moro se suspende por la ausencia de un testigo
Actualizado: GuardarLa no comparecencia ayer de uno de los testigos protegidos del crimen de Cerro del Moro, el número 4, en la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Cádiz, «clave», según el Ministerio Fiscal para resolver la muerte de Ramón Abelleira -un toxicómano de 31 años de edad que murió a consecuencia de las quemaduras sufridas en parte de su cuerpo en el incendio de la vivienda abandonada en la que dormía-, motivó la suspensión del juicio oral. Según el presidente del tribunal, «se concederá un plazo de cinco días para localizar y volver a citar al testigo». De manera que el juicio se reiniciará el próximo día 6 de abril.
Durante la didáctica prueba pericial ofrecida por el médico forense, Alejandro Serratosa, el jurado fue informado de que la autopsia practicada al cadáver de Ramón Abelleira, el 24 de marzo de 2003, «desveló quemaduras de primer y segundo grado en la cara y las manos. Parecía como si la víctima se hubiese enfrentado al fuego en lugar de huir», manifestó el testigo, quien asimismo reconoció que «el origen de las quemaduras estaría en el intento de apagar con las manos un colchón».
«Fue el empujón final»
El informe de Serratosa no encontró síntomas de violencia física en el cuerpo de la víctima, «salvo la acción de la llama», y concluye que «las quemaduras desencadenaron un cuadro séptico (una infección) en todos los órganos vitales de Ramón que, debido a las bajas defensas, no olvidemos las muchas patologías crónicas que tenía el fallecido -sida, neumonía y cirrosis- le provocaron la muerte».
A petición del Ministerio Fiscal, el médico forense reiteró que aunque las quemaduras «no eran mortales» para una persona normal, «fueron el detonante final para desequilibrar un estado ya de por sí bastante débil». Y agregó de manera ilustrativa: «Digamos que la víctima estaba apoyada en un precipició y las quemaduras fueron el empujón final».
En relación a la esperanza de vida que tenía Ramón Abelleira en el momento del suceso, Serratosa, aseguró que posiblemente estuviese ahora con nosotros, puesto que «aunque la autopsia reveló el grave deterioro de sus órganos, tenía algo a favor que era la juventud. Le quedaban entre cinco y diez años de vida», dijo.
Serratosa lamentó no haber tenido la ropa de la víctima para analizarla ya que «nos hubiera dado mucha más información».