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Teherán advierte que es «alérgico a las amenazas»

MERCEDES GALLEGO/CORRESPONSAL. NUEVA YORK
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Calmado y sereno, pero frustrado, el embajador de Irán en la ONU Javad Zarif cambió ayer el hemisferio del Consejo de Seguridad por la sala de prensa, ante la negativa del órgano de la ONU a escucharle. «Las presiones y las amenazas no funcionan con Irán», advirtió. «Irán es alérgico a las amenazas y los ultimatos».

El tono de Zarif fue siempre conciliador. «El compromiso de Irán con los convenios y regulaciones internacionales es absoluto», aseguró, «no sólo porque es miembro de esas convenciones sino por sus valores religiosos y su pasado histórico». En sus 250 años de historia, el país persa «nunca ha invadido otro país» o respondido con armas de destrucción masiva «ni siquiera cuando fue atacado con armas químicas» por Irak. Hechos estos que expuso como aval de que su interés en la producción de energía nuclear tiene fines exclusivamente civiles.

Durante los tres años de negociaciones que han llevado su caso hasta el Consejo de Seguridad, único órgano internacional con poder para emitir sanciones y autorizar la intervención militar, Zarif recordó las muchas propuestas que ha presentado para garantizar al mundo que no podrá usar esas instalaciones para la fabricación de misiles nucleares, «pero desafortunadamente EE UU desde el principio ha querido que estas negociaciones fracasaran», acusó. «Sólo sus tácticas han cambiado a lo largo de este tiempo, pero su propósito siempre ha sido traer el asunto hasta el Consejo de Seguridad». La historia de su enemistad con Washington data, como relató, «de hace 55 años, cuando Irán nacionalizó su industria petrolera» y le acusó de ser «una amenaza para la paz y la seguridad internacional».

Una frase semejante a la que quería incluir en el comunicado presidencial negociado durante tres semanas entre las cinco potencias con derecho a veto en el Consejo de Seguridad, para el que los 10 países con asiento rotatorio dispusieron de tres minutos de lectura antes de votarlo. La oposición de Rusia y China a cualquier lenguaje que pudiera activar el capítulo 7 de la Carta Fundacional de la ONU y, por tanto, dar pie a sanciones económicas o militares, forzó a EE UU, Francia y Gran Bretaña a rebajar sus demandas. Rusia y China han firmado el documento que Condoleezza Rice exhibía ayer en Berlín para probar el aislamiento de Irán, pero Zarif dice que su país «sabe que han hecho lo mejor que han podido y se lo agradece».

Como no ha habido ninguna nueva revelación que provocase la presentación del tema ante el Consejo de Seguridad, «sólo nuestra negativa a aceptar condiciones que no son razonables para privarnos de nuestro derecho a producir energía nuclear», insistió el embajador, tampoco hay nada que esperar de los 30 días de plazo que el documento da a la AIEA. Pasado ese tiempo se prevé que Washington presionará a las superpotencias para que aprueben sanciones económicas contra Irán.