Camilla cae con gracia
Acaba en el suelo al retirarle la silla su marido, se mancha de barro al plantar un árbol y bromea con anticonceptivos durante su viaje a India
Actualizado: GuardarLas comparaciones son odiosas. Si no, que se lo pregunten a Camilla, que trata de desprenderse de la sombra de Diana de Gales sin conseguirlo. En el segundo viaje oficial de la duquesa de Cornualles con su esposo, ha vuelto a suceder. Mientras que la fotografía que simboliza la visita de Lady Di a India es la de la princesa sentada sola en un banco frente al Taj Mahal, la instantánea por la que se recordará el primer viaje de Camilla a la antigua perla del Imperio será la de ella cayéndose al suelo al retirar su marido la silla en la que iba a sentarse.
El príncipe Carlos de Inglaterra y su esposa se habían dejado ver por Egipto y Arabia Saudí antes de recalar, en la última etapa de su segundo periplo oficial, en India, un país que fascina al heredero de la Corona británica y que, a buen seguro, no podrá olvidar jamás Camilla. «Bajen, por favor, un poco la temperatura del termostato», dijo entre bromas la duquesa, que tuvo que apartarse de la comitiva real dos veces en busca de sombra y agua fría al no poder soportar el abrasador calor, de más de 40 grados.
Los percances no acababan más que empezar. Durante la visita al Instituto Nacional de Investigación y Educación Farmacológica, en Punjab, al norte del país, el príncipe apartó la silla para dejar paso a su mujer cuando iba a firmar en el libro de visitas. Pero Camilla no se percató del gesto caballeroso y, después de estampar su firma, creyó que la silla estaba donde al principio, intentó sentarse en ella y cayó al suelo. El públicó estalló en unas carcajadas a las que ella misma se sumó.
El atuendo de la duquesa también sufrió lo suyo. Después de plantar un árbol, la duquesa cogió la manguera para regarlo por el lado contrario, con tal mala suerte que se salpicó con barro la falda. Algunas personas de la comitiva intentaron limpiársela, pero Camilla recurrió a la tradicional flema británica y prefirió saludar a los presentes totalmente manchada. La curiosidad de la esposa del príncipe de Gales provocó otra situación embarazosa. En el Centro de Desarrollo Tecnológico, cogió una caja con píldoras anticonceptivas y, al darse cuenta de lo que tenía entre manos, exclamó ruborizada: «¿Oh, yo no necesito esto!». De nuevo, su sonrisa desvió la atención.