Bailando
Actualizado: GuardarHay que reconocer que TVE 1 acertó de pleno cuando se le ocurrió programar Mira quién baila. Temporada tras temporada, semana tras semana, el concurso de baile para famosos de nuestra primera cadena pública se mantiene como la opción preferida de un elevado número de espectadores, siempre más de cuatro millones, que es muchísima gente. Últimamente rara vez es líder de su día de emisión, porque lo nuevo de CSI es imbatible; pero eso ya no es decisivo cuando uno puede exhibir semejante muchedumbre de fieles. Además, ocasionalmente consigue cuotas excelentes, como este lunes, con un 24,6%.
Mira quién baila puede presumir de ser uno de los escasos éxitos del actual equipo rector de TVE. No es, desde luego, el programa más apropiado para un canal público con pretensiones, porque no hay manera de presentar esto como un servicio público, pero es un espectáculo entretenido, decente y lleno de buena intención, y quizá no sea realista pedir más. Todo indica que la ganadora de esta edición será Rosa, la ex de OT y Eurovisión, que parte con la ventaja de la simpatía general y que, además, está trabajando mucho.
La otra noche Rosa se imponía a Pedro Reyes, que evidentemente no es Nureyev, pero que, a cambio de eso, ha dejado escenas muy cómicas en estas semanas. Esa comicidad ha sido, las más de las veces, involuntaria, pero es precisamente eso lo que le daba más valor. Naturalidad es la palabra clave para explicar el éxito de este espectáculo. Probablemente el secreto de Mira quién baila está en el buen rollito que gobierna la atmósfera del concurso. Los famosos no se comportan como famosos, sino como buenos camaradas y chicos educados, modestos y modosos. Compiten entre sí, pero no rivalizan ni, mucho menos, pelean. El jurado juzga, pero jamás condena y sólo premia. Y Anne Igartiburu conduce todo eso con una perenne sonrisa de satisfacción íntima. De manera que uno enciende el televisor, ve eso en pantalla y siente unos invencibles deseos de permanecer ahí, en el saloncito bailongo de TVE 1.