Epítetos
Actualizado: GuardarSuenan las sirenas de alarma, una vez más, en la política andaluza. Estos son los ingredientes de la nueva crisis: Un falso documento (en la apreciación andalucista) que según el presidente Chaves, y su entorno, le entregó «en mano» el líder del PA, Julián Álvarez, en virtud del cual el sufrido andalucismo renunciaba a incluir el término nación en el nuevo estatuto andaluz, pero que desmiente en términos agresivamente descalificatorios la reducida gerontocracia andalucista. Es decir, PSOE versus PA, lo que inmediatamente provoca la incorporación al conflicto de una IU-CA que se alinea, sin grandes entusiasmo pero de forma inequívoca, junto a los socialistas, y un PP inmisericorde que, con entusiasmo y un fuego de blindados, se alinea junto al PA.
Las posiciones están tan enfrentadas y las descalificaciones cruzadas son tan agresivas que no sería disparatado buscar una fuerza mediadora en la escena internacional. Aunque tampoco sería disparatado pensar en la figura del escritor sueco Henning Mankell, el gran maestro actual de la novela negra internacional, a fin de aproximarnos, a través de la perspicacia del inspector Kart Wallander, el héroe literario del autor nórdico, al fondo del conflicto para discernir sobre la verdadera dimensión del conflicto, su naturaleza y excesos, o disfunciones, en los que unos y otros actores políticos hayan podido caer.
Epítetos bélicos y crueles, aparte, el PA se «tira al monte» al romper relaciones con el PSOE y exigir a su gente ejecutiva que cuando tengan que reunirse con los socialistas, por imperativo legal, acudan al encuentro provistos de grabadoras. Mientras, el PP habla de «traidores» (por los socialistas) y de la «indisoluble unidad de España», y Diego Valderas, muy calmado y sosegado, se gusta en su nuevo papel de hombre puente entre las descalificaciones de unos y los improperios de otros, recordando así al Valderas que presidió el Parlamento andaluz en la intensa etapa de la Pinza, cuando la clase periodística era más crédula, los tomates estaban más baratos y aún faltaba una década para que se produjera la foto de aquel trío de próceres en Las Azores. Y es que el tiempo vuela.