Berlusconi se opone a una «Italia pluriétnica» en su campaña
Actualizado: GuardarSilvio Berlusconi aspira a ganar las elecciones italianas del próximo 9 y 10 de abril a base de acaparar los titulares. Para ello le basta con decir cada día una más gorda y dar rienda suelta a sus improperios habituales contra la izquierda, la magistratura y los periodistas. Para la prensa el único problema es elegir entre una decena de frases de antología. Sigue pintando a la oposición como comunistas con cuernos, y el domingo llegó a decir en un mitin: «Leed el Libro negro del comunismo (publicado por cierto por su editorial, Mondadori) y veréis que en la China de Mao los comunistas hervían niños para abonar el campo». Ayer dijo que se sentía amenazado y que Italia «no es una democracia completa» porque la oposición le ha vuelto a plantear que debería elegir entre la política o sus empresas. En la misma entrevista, le dio por los inmigrantes: «No queremos una Italia pluricultural, pluriétnica, estamos orgullosos de nuestra cultura. Acojamos a los extranjeros que huyen de países sin libertad, pero no a los que nos quieren hacer daño».
La mejor forma de describir el efecto de sus palabras es reseñar que sólo fueron bienvenidas por Roberto Calderoli, el ex-ministro de la xenófoba Liga Norte que tuvo que dimitir por su camiseta con las viñetas de Mahoma. «¿Éste es el Berlusconi que queremos!», dijo con entusiasmo quien es partidario de enviar la Marina a hundir pateras. Pero en realidad, en su opción por desplegar una campaña de choque y tensión, Berlusconi se está quedando solo. Después de arremeter contra la patronal en su famoso show de Vicenza, cada día ataca, por ejemplo, a la red de cooperativas, a quienes acusa de ser un nido de corrupción de la izquierda. Es un golpe arriesgado, porque se trata de 15.000 empresas con 7,5 millones de socios, pero lo repite cada día.
Espera
Los dos principales socios de Gobierno de Berlusconi, la post-fascista Alianza Nacional de Gianfranco Fini y los democristianos de UDC capitaneados por Pierferdinando Casini se limitan a desmarcarse puntualmente de sus estridencias y a esperar el resultado de las urnas.
Fini repitió de nuevo ayer que se acabará el liderazgo del magnate si su partido, Forza Italia, deja de ser la primera fuerza de la coalición. Por eso interpretan un papel de seriedad, que al lado de Berlusconi es muy fácil, con la esperanza de rebañar los votos que él pueda perder.