TEMAS DEL DÍA

Unas 300 personas pasan al año por el Puerta del Mar aquejadas de enfermedades foniátricas

Hablar alto, respirar mal y fumar son las causas más frecuentes de las lesiones originadas en las cuerdas vocales

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Hablar alto y en ambientes con mucho ruido, respirar mal, fumar y tomar alcohol son las causas más frecuentes de disfonía, es decir, enfermedad de las cuerdas vocales. Cada año pasan por el Hospital Universitario Puerta del Mar 300 personas con alteraciones del timbre y el tono de la voz.

Dentro del servicio de Otorrinolaringología, la Unidad de Patología de la Voz, integrada por los doctores Encarnación Ávalos y Miguel de Mier, atiende de forma específica a estos pacientes. Mediante una serie de estudios les ofrece un diagnóstico que determinará el tratamiento más adecuado. Esta unidad se creó con el objetivo de detectar en el menor tiempo posible el cáncer de laringe o de las vías aéreas superiores, una de las causas que provocan disfonía.

Pero las lesiones más habituales son los nódulos en las cuerdas vocales, que se originan por el sobreesfuerzo continuado de la voz y unos hábitos perjudiciales. Según explicó el doctor De Mier, hoy en día, los nódulos no requieren cirugía para ser tratados, sino que se solucionan con terapia de rehabilitación vocal. El paciente es derivado al logopeda e inicia una serie de sesiones para corregir los vicios en el habla y la respiración que le causaron el daño.

«Se puede operar el nódulo, pero si no se elimina el problema base, que es hablar mal, ese nódulo puede volver a salir», explica la doctora Ávalos. Mediante la foniatría (rehabilitación vocal) se eliminan las tensiones musculares, se mejora la coordinación respiratoria y se consigue que la persona hable en el tono que le corresponde.

El mal de los profesores

Quienes más sufren por daños en las cuerdas vocales son aquellos profesionales que se ven obligados a forzar la voz constantemente y a hacerse entender en ambientes plagados de ruidos. Es el caso, como apuntan Ávalos y De Mier, de los profesores, que tienen que hablar durante horas en un volumen elevado, y de los cantantes, que con frecuencia padecen agotamiento vocal.

«En ambientes donde hay mucho ruido se fuerza mucho la musculatura, hay una mala coordinación respiratoria, no se hace una respiración diafragmática para que la voz tenga suficiente volumen aéreo y calidad. Y eso se suple apretando muchísimo la musculatura del cuello», según la especialista en Otorrinolaringología. Además de las condiciones laborales, afectan lo que los doctores llaman «factores educacionales». «Hemos visto que hay familias en las que se habla alto sin ninguna causa, y los niños suelen tener problemas de voz más adelante», constata De Mier.

La terapia de rehabilitación es beneficiosa en estos casos, pero no logra solucionar otras patologías, como los pólipos. Son lesiones inflamatorias más grandes que los nódulos, y necesitan ser operadas, aunque la cirugía se acompañe con una visita al logopeda.

La enfermedad más grave de las que se ven en la Unidad de Patología de la Voz es el cáncer de laringe o de las vías aéreas superiores. El diagnóstico de esta dolencia es posible gracias a una técnica puntera llamada video estroboscopia, que ofrece fotografías en milésimas de segundos de las cuerdas vocales y permite analizar su movimiento a cámara lenta.

Cuando existe un daño premeoplásico, que puede evolucionar a cáncer, los expertos del Hospital recomiendan al paciente que abandone los irritantes (tabaco y alcohol). Después se elimina la lesión mediante cirugía y se manda a analizar. A partir de ese momento, el enfermo tendrá que someterse a revisiones periódicas para evitar que se reproduzca. La ventaja de esta técnica es que permite a los médicos conocer el avance de la lesión sin necesidad de realizar una biopsia.