La histeria del 'share'
Actualizado: GuardarE s comprensible que una cadena retire un programa cuando no lo ve nadie. Eso forma parte de las reglas del negocio. Lo que el espectador se pregunta es: ¿dónde está el límite? ¿a partir de qué momento pasamos del cálculo razonable a la histeria? Hay en torno a las parrillas de la tele una histeria del share que está manifestándose como uno de los mayores rasgos del mundo televisivo. Esto es lo que diferencia a la tele de los medios de comunicación tradicionales. En un periódico o en una radio, los promotores apuestan por una línea editorial, fijan los contenidos y esperan acontecimientos; si la reacción del público o de los anunciantes no es satisfactoria, corrigen el tiro y buscan nuevas fórmulas a partir de la idea inicial. En la tele, por el contrario, se funciona al revés: los promotores elaboran una oferta pensada expresamente para seducir al público y a los anunciantes, y en función de estos criterios se escoge el perfil de lo que se quiere comunicar; si la reacción del destinatario no es la esperada, se modifica todo, el estilo, los contenidos, incluso la línea editorial.
La tele ya no es un medio de comunicación; es un dispensador de espectáculo. La diferencia es esencial: en el medio de comunicación, lo que uno dice es tan importante como el número de los que escuchan; en el espectáculo, lo decisivo es la cantidad de gente que te compra la entrada. ¿Y cómo sabemos cuánta gente compra la entrada? Por la cuota de pantalla, que eso es el 'share'. De ahí que la vida del directivo de televisión se haya convertido en un seguimiento cotidiano, minuto a minuto, de los índices de audiencia.
Hoy en la tele ya no importa qué has puesto en pantalla; sólo importa cuántos espectadores hay al otro lado. Desde el punto de vista de la comunicación social, es una enfermedad.