Semántica bioética
Actualizado: GuardarDe las explicaciones ofrecidas por la titular de Sanidad al término del último Consejo de Ministros sobre lo que será una futura Ley de Investigaciones Biomédicas, sólo cabe deducir la complejidad de legislar sobre la clonación terapéutica y, a la vez, el afán del Gobierno por visualizar sus intenciones en ese sentido. De momento, el Ejecutivo ha dado a conocer un borrador de lo que serán líneas maestras de un proyecto de ley que aún ha de someterse a consulta de instituciones científicas y Comunidades Autónomas, pero que la ministra de Sanidad, Elena Salgado, ya ha mostrado estar más que dispuesta a aprobar a finales de este año.
El amplio recorrido que le espera a la futura norma está marcado por la discusión ética y jurídica en torno a la investigación que se va a autorizar. De acuerdo con la referencia del Consejo de Ministros, en rigor no se debe hablar de clonación terapéutica sino de transferencia nuclear. Recurso semántico empleado por muchos científicos para evitar la carga negativa del término clonar, aunque detrás de ambas denominaciones exista la misma técnica: transferir el núcleo de una célula adulta a un ovocito, previamente desposeído de su núcleo, a partir del cual se generará un preembrión o blastocisto del que extraer las células madre -embrionarias- para posteriores cultivos en laboratorio.
La clave de la polémica se encuentra en que ese conjunto celular creado en los primeros días no es considerado por muchos científicos como embrión sino como su fase previa, esto es, un blastocisto; los opuestos a esas prácticas, empezando por la Iglesia católica, no admiten sin embargo tal diferencia y mantienen que todos son embriones portadores de vida humana. Precisamente, a esto último ha replicado tajantemente la ministra de Sanidad señalando que la ley, de acuerdo con el Código Penal, prohibirá expresamente la generación de embriones humanos con fines terapéuticos y que esos conjuntos celulares, a los que incluso evita llamar blastocistos, no son fruto de la fecundación de un óvulo por un espermatozoide.
Llámese clonación o transferencia, lo cierto es que miembros relevantes de nuestra comunidad científica, pese a que las garantías de éxito de esta línea de investigación están lejos de poderse garantizar, venían reclamando su legalización desde hace dos legislaturas, con severos criterios técnicos, jurídicos y éticos. Y así parece querer hacerlo este Gobierno, convirtiendo España en el cuarto país europeo en autorizar esas investigaciones. En cualquier caso, lo más preocupante es que existe el riesgo de que esa ley termine siendo un puro brindis al sol al permitir unas líneas de investigación altamente cualificadas y necesitadas, por tanto, de altísimas dotaciones económicas en un país que está muy lejos de apoyar a la investigación y sus profesionales; ya sea en el plano político, económico o incluso de reconocimiento social.