Prince, el chico malo y complaciente
El cantante estadounidense recicla sus raíces musicales en '3121', un disco que alterna el soul con el funk, y el sonido tranquilo y sofisticado con la alteración rockera
Actualizado: GuardarA Prince se le presume una inteligencia por encima de lo normal, según la media del mundo del pop, y el disco que acaba de sacar esta semana, 3121 (Universal Motown) refuerza esta hipótesis. En vez de mostrar su genio de manera exhibicionista, como en otras ocasiones, el chico malo y travieso ha tratado de confeccionar un álbum con un sonido afinado, variado en estilos y muy agradable de oír, excepto en algún tema como Black Sweat, una reivindicación del orgullo racial negro más pensado para la pista de baile que para la salita de casa.
Se nota que, con inteligencia, el músico persigue el éxito con este disco, y así ha hilvanado doce canciones para agradar a todos, sin renunciar ni a sus raíces musicales ni a su trayectoria.
La capacidad camaleónica del genio del Minneapolis, nacido en 1958, sigue intacta, y lo mismo adopta el papel de croner latino en Te amo corazón -Salma Hayek ha dirigido el vídeo de este tema- que la pose del soul más clásico, el de la Motown, en Satisfied. La guitarra rockera de Prince encuentra su acomodo en Fury, y la sofisticación de la música de cóctel, en The Dance.
Esta vez el exhibicionismo procede de la casa que ha alquilado el cantante para ilustrar el disco. En el librito interior aparecen las fotografías de la supuesta habitación de Prince, del bar y de la sala de billar, de la bañera con pétalos de rosa. Le ha salido caro al cantante. Alquiló la casa al jugador de la NBA Carlos Boozer por cerca de 60.000 euros al mes, y la decoró a base de pintura púrpura, en una cantidad que al dueño no le ha gustado.
El disgusto de Boozer ha ido a parar a los juzgados, en la forma de una denuncia contra el músico. Un último detalle sobre el librito: en la anteúltima página se lee All praise and glory 2 to Most-High Jehovah. Es decir, recemos y alabemos todos al gran Jehová. El cantante es testigo desde el año 2000.
En 3121, Prince comparte el protagonismo en las voces con su nuevo hallazgo, la cantante Tamar, que a principios de mayo sacará su propio álbum en solitario, y se reencuentra con viejos conocidos como el saxofonista Maceo Parker, que aparece en la canción más funky del álbum, Get on the Boat. También se oye la percusión de su vieja amiga Sheila E., a la que descubrió a mediados de los ochenta.
Con este álbum, el número 24 de su carrera, Prince roza los treinta años en la música, aunque siga posando con cara de chico malo. Después de sus inicios en grupos de Minneapolis (Michigan), el artista grabó su primer disco, en 1978, con el título de For You y con guiños a Sly Stone y James Brown. La proyección publicitaria de la estrella hacía en hincapié en su condición de niño prodigio que, a los 19 años, había compuesto la práctica totalidad de los temas y tocaba la mayoría de los instrumentos.
La imagen ambigua
En la década de los ochenta, Prince tocó la gloria. Del álbum 1999, un título que aludía al peligro de la proliferación nuclear, vendió tres millones de copias. La cuidada y ambigua imagen del músico coincidía con los propósitos de una cadena de televisión que entonces echaba a andar, la MTV. Con el siguiente álbum, Purple Rain, consiguió vender trece millones de discos y acceder a la categoría de estrella mundial, que confirmó con Sign O The Times.
Prince tiene fama de perfeccionista y un deseo innegociable de controlar al milímetro sus grabaciones. Sus imposiciones han sido una fuente constante de problemas con los músicos que le han acompañado y con las compañías discográficas.
Con la Warner, a mediados de los noventa, entró en un clima de desconfianza mutua que le hizo perder gran parte de la década. Su anterior anterior álbum, Musicology (2004) comenzó a ser de nuevo él mismo. 3121 es la confirmación de que la forma musical de Prince no corre peligro.