La que nos viene encima
Actualizado: GuardarPuede que la cosa sea el miércoles, puede que sea posteriormente: depende de la salud del presunto culpable. El caso es que el juez Fernando Grande-Marlaska parece, a día de hoy, absolutamente dispuesto a encarcelar al que es cabeza visible de la ilegal Batasuna, Arnaldo Otegi. Sería una prisión sin fianza, o con fianza en todo caso superior a los cuatrocientos mil euros que le impuso la vez anterior. Y, en el peor de los casos, Otegi podría tener que permanecer en la cárcel hasta dos meses y medio, tiempo que demoraría la tramitación de un recurso. Si yo tuviese que apostar, apostaría por que el fiscal general del Estado, Cándido Conde Pumpido, hará algún gesto que denote su incomodidad con esta posibilidad, que no tiene por qué suponer una piedra en el camino hacia la paz, pero que, en todo caso, «tampoco conviene al proceso», en boca de un dirigente socialista que comentaba ayer el tema.
Es obligatorio encarcelar a alguien que ha organizado una huelga, por muy ilegal que sea, hallándose en libertad condicional? No todos los jueces a los que he consultado piensan lo mismo: unos encarcelarían a Otegi, y otros dicen que no hay por qué tratar penalmente peor (ni mejor) a alguien por el hecho de que sea un político que se sitúa fuera del sistema. En los próximos días, me parece que oiremos decir desde el Gobierno bastantes veces que el principal motivo de una prisión provisional, el riesgo de fuga del acusado, difícilmente se va a dar en este caso: Otegi es la persona más interesada de España en permanecer ahora en territorio nacional. Es el protagonista.
Además, dirán que con el alto el fuego las circunstancias han cambiado. Y es cierto. La amenaza de la violencia ya no existe, aunque Batasuna seguiría siendo ilegal incluso en el caso de que abjurase ahora públicamente de la violencia. Tienen que tener en cuenta este cambio los jueces a la hora de tomar sus decisiones? Conde Pumpido cree que sí. Zapatero, que hace gala de respetar cuanto diga el mundo togado, pero que llamó al fiscal para felicitarle a título personal, también lo cree. Grande-Marlaska, aparentemente, cree que no.
Ocurre que, según se va sabiendo, Arnaldo Otegi es una pieza bastante importante del entramado que llevaría a una futura paz en el País Vasco. Representa, frente a gentes como Permach, la fracción más partidaria de negociar en Batasuna. Mantiene excelentes relaciones con Josu Ternera, que se halla, dicen, perfectamente localizado y médicamente atendido, ahora en Suiza. Y cuenta con gran predicamento en la Euskadi independentista y hasta en la nacionalista. Encarcelarle ahora sería casi una provocación, piensan en la ejecutiva del PSOE y en el Gobierno, que alteraría el buen clima provocado por los comunicados de ETA anunciando su alto el fuego.
Y sí, todo indica que algunos términos del primer comunicado –que el Ejecutivo de Zapatero esperaba para un día más tarde de cuando se produjo– fueron acordados. Y ahí habría intervenido también el ahora enfermo (dicen que es la suya una dolencia verdadera) Otegi. Por ejemplo, habría habido acuerdo sobre el concepto de alto el fuego «permanente». En cambio, el segundo comunicado, inmediatamente posterior, era una incógnita para el Gobierno, dijeron fuentes ministeriales.
También la negociación formal va a estar ahora llena de incógnitas. Hay muchos cabos sueltos, y no se puede poner fin a casi cuarenta años de terrorismo en apenas unas semanas o unos meses. Precisamente por eso, piensan medios gubernamentales, sobran todos los obstáculos que pudieran interponerse. El encarcelamiento de Otegi podría ser uno de ellos.