El reto del bicentenario
Actualizado: GuardarEstamos ante un nuevo tiempo, un nuevo renacimiento en el que se empiezan a abrir nuevas puertas. La humanidad se asoma al universo, aunque aún sin apenas llegar a nuestro satélite, a la vez que hemos triplicado nuestra esperanza de vida; nos asomamos a las simas de nuestros océanos y comenzamos el pastoreo de la fauna marina; la resonancia magnética otorga la primera herramienta para mirar el interior de nuestro propio cerebro en funcionamiento y el genoma nos ofrece las claves para conocernos a nosotros mismos; la inteligencia emocional nos completa como individuos y nos señala el camino hacia la felicidad; las nuevas tecnologías de la información y el conocimiento han trastocado los cimientos de nuestra sociedad provocando un tremendo movimiento sísmico en el trabajo, ocio y hogar que no ha hecho sino comenzar; el trabajo en equipo, donde hay que combinar la competencia con la coordinación y la cooperación, se convierte en la nueva organización del trabajo exigiendo habilidades diferentes para su correcta gestión; la mujer se incorpora a la esfera pública y a la dirección de las organizaciones; la globalización económica obliga a construir áreas políticas regionales a la vez que a descentralizar funciones que, acercando la gestión política a la ciudadanía, ponga en valor la identidad propia. La juventud y la mujer reclaman protagonismo y participación exigiendo calidad al sistema democrático que les permita sentirse coparticipes en la construcción de su propio futuro.
Hace doscientos años hubo que construir un mundo distinto y desde Cádiz se iluminó un camino de libertad con la Pepa. Cuando Fernando VII la derogó en España, sus artículos estaban en vigor en Latinoamérica, Rumania y Rusia. En el bicentenario Cádiz debe volver a ser faro iluminador de libertad y progreso en la construcción de esta nueva realidad que hemos dado en llamar Sociedad del Conocimiento.
Cádiz y el área metropolitana de la bahía deben jugar un doble papel: promover los procesos de generación de riqueza basados en el desarrollo de redes entre individuos y empresas competitivas, y desarrollar la capacidad social de corregir los efectos desintegradores de una economía de redes sin ninguna referencia a valores sociales no medibles en el mercado, como son los medioambientales, seguridad laboral, empleo territorial o identidad cultural.
El bicentenario debe servir para transformar el área metropolitana de la Bahía en un medio de innovación tecnológica y empresarial que atraiga a personas con conocimiento e ideas que son la esencia de la nueva economía, que a su vez traen con ellas capital riesgo que es el que permite la innovación.
¿Cómo se atraen o producen estas personas creativas y dinámicas?
En primer lugar con educación. Una educación capaz de promover personas, hombres y mujeres, con capacidad crítica, autonomía de pensamiento y de autoprogramación para la formación continua durante el resto de sus vidas, porque se desenvuelven en el seno de una "ciudad educadora". Debemos construir un conjunto de interrelaciones en la Bahía de Cádiz entre las Administraciones Públicas, empresas, Universidad, Centros tecnológicos, asociaciones de todo tipo, agentes sociales, medios de comunicación y actividades culturales que incluyan foros de debates participativos que se constituya en "ciudad educadora" en la cultura de la innovación creativa, solidaria, respetuosa con el medioambiente, con la igualdad de género y tolerante. Es construir un campus que relacione las distintas áreas de conocimiento entre si y con la sociedad en su conjunto, que facilite una dialéctica continua entre necesidades productivas y sociales con las respuestas adecuadas a las mismas a través de la investigación y el desarrollo.
Como en tantas otras cosas Finlandia nos ofrece un ejemplo a seguir. Pero no tenemos porqué irnos tan lejos. La ciudad de Albacete o Jun (Granada) nos ofrecen ejemplos de ciudades educadoras en la democracia participativa utilizando las nuevas tecnologías de la información. Chiclana, Ubrique o Prado del Rey son ejemplos de localidades "educadoras" en una determinada cultura emprendedora. La Línea y Bárbate son otros ejemplos de localidades que promueven otra "cultura" en sentido negativo. La ciudad de Cádiz ahora, siendo una de las más creativas de España (la escuela taller de artistas la denominan) tiene una «cultura» negativa que se manifiesta claramente en su fracaso escolar.
En segundo lugar con servicios públicos de calidad, que funcionen y sean baratos. Si la movilidad ciudadana es imprevisible por los atascos continuos y la carencia de un sistema de transportes públicos eficientes, asiduos y baratos; si las empresas y organismos se ven sujetos a continuos apagones, a cortes en el suministro de agua potable o a una insoportable contaminación acústica o atmosférica la inversión y el talento no vendrán. Internet y el dinero no pueden resolver estos problemas. La calidad de los servicios públicos y, especialmente, los municipales en la Bahía de Cádiz es absolutamente decisiva ante el Bicentenario. En este sentido el gran reto es la coordinación y mejora del área metropolitana. Y no es fácil teniendo siete alcaldes y alcaldesas, siete responsables de urbanismo y transportes, siete interventores/as,
En tercer lugar, con calidad de vida en sentido amplio. La calidad de vida atrae a las personas a los medios de innovación que son las áreas metropolitanas y los retienen en ellas permitiéndoles su acción creativa. Existe un efecto retroactivo de calidad de vida sobre productividad y de productividad sobre calidad de vida. Este círculo virtuoso puede generarse fácilmente en el área metropolitana de la Bahía de Cádiz dadas sus características naturales de ubicación en un parque natural, siempre que los dos elementos anteriores se resuelvan.
El gran reto del área metropolitana de la Bahía de Cádiz ante el bicentenario es generar una región del conocimiento, promover el necesario capital cultural, social e institucional capaz de integrar la tecnología, la sociedad y la calidad de vida en un sistema interactivo de implicación y cooperación de lo público con lo privado, de las Administraciones Públicas con la sociedad civil a la que potencia y fortalece para que desarrolle y canalice todo su potencial creativo en un sistema que produzca un circulo virtuoso de mejora, riqueza y empleo, pero no sólo de la economía y de la tecnología, sino de la sociedad y de la cultura, de la calidad de vida en sentido amplio y del desarrollo y realización plena de su ciudadanía.
Como decía la Constitución de 1812, que promueva la felicidad de su ciudadanía