ESPAÑA

La Moncloa y ETA gestionan la tregua con los nacionalistas vascos fuera de juego

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El alto el fuego permanente decretado por ETA el pasado miércoles y el hipotético proceso hacia la paz son un asunto de sólo dos partes, el Gobierno de Zapatero y la banda terrorista ETA. Esa es la principal diferencia respecto de la tregua de 1998, en cuya gestación y gestión desempeñaron un papel fundamental los grupos nacionalistas vascos. En la preparación de la anterior tregua, el PNV y EA llevaron la iniciativa al suscribir un acuerdo previo con ETA y firmar con Batasuna el Pacto de Lizarra, con el que pretendían que el País Vasco avanzase hacia la soberanía sin contar con la parte de la sociedad vasca no nacionalista. De hecho, la banda y los nacionalistas se culparon mutuamente, quince meses después, de la ruptura del proceso.

Único destinatario

La nueva tregua pilló a los nacionalistas en fuera de juego, y el Ejecutivo central es el único destinatario de la oferta de ETA. La asamblea que Batasuna celebró en Anoeta en noviembre de 2004 evidenció ya un cambio de lenguaje en la izquierda 'abertzale'. Arnaldo Otegi asumió que el País Vasco debe ser construido por nacionalistas y no nacionalistas, lo que fue tanto como asumir la pluralidad de la sociedad vasca, un gesto inédito hasta entonces. El fin de la violencia, añade el comunicado final leído por el portavoz 'batasuno', es cosa a resolver entre la propia ETA y el Gobierno español.

Esos planteamientos aparecen también en la carta conocida en enero de 2005 que Batasuna envió a Zapatero, en la que le pide «valentía» para resolver el conflicto. También los objetivos marcados por ETA y el tono de su comunicado de 1998 son distintos: el texto de entonces plantea que el País Vasco había entrado en una «nueva fase política», que definía como «la de la soberanía». El texto de hace dos días está dirigido a las autoridades españolas y francesas, a quienes ETA, sin su habitual triunfalismo, expresaba su «deseo» y su «voluntad» de «superar el conflicto armado».

El Partido Popular atribuye ese cambio de tono al encarcelamiento de quien, durante muchos años, ejerció como ideólogo y jefe del 'aparato político' de la organización etarra, Mikel Albizu, 'Antza'. En el comunicado de 1998, tremendamente político, sólo en el último párrafo se anunciaba el cese de la actividad armada. El de hace cuatro días carece de retórica y ETA aclara su objetivo, el fin del terrorismo, en la primera línea.