LA PREVIA DE MANOLO SANTANDER Kamikazes
Actualizado:El pesimista es esa persona que todo lo ve negro, nada tiene solución, todo está perdido de antemano. «¿¿Yo, ya lo sabía!!». «¿¿De aquí no pasamos!!». «¿¿Ahora viene lo peor!!». Pero es divertido viajar con él porque aunque se solucione el problema, el ve venir otro peor.
El optimista es todo lo contrario, todo tiene arreglo. «¿¿No pasa nada!!». «¿¿Mañana será!!». Confían en la suerte, y la tienen, todo lo dejan al azar, y hay veces que les sale bien, también es divertido viajar con él pues hasta al perder le ven el lado bueno.
El realista, no es tan divertido como los otros dos, pero es necesario, ve venir el problema y le planta cara y si hay solución, por remota que sea, «¿¿a por ella!!». Con el que no iría ni a cobrar una herencia es con el conformista. «¿¿No se ha podido hacer más!!». «¿¿Esto es lo que hay!!». «¿¿No hay más cera que la que arde!!». Además, la culpa nunca es de él. Son los demás los que no dan talla. Él sí es bueno; los demás no; él no puede hacer más... ¿Os recuerda a alguien? ¿Si, no? Pues así, no hay nada que hacer.
En este tramo final de la Liga, necesitamos oír a los realistas. El viaje final es de ellos. Y dirán: «¿¿está la cosa jodida!!». «¿¿Pero jodida de cojones!!». «¿¿De peores hemos salido!!». Todos adelante, sin miedo, con la cabeza alta.
Quizás, de la raza que tendríamos que fijarnos, sería de los orientales, en concreto de los japoneses. Realistas al máximo, y entregados por su causa hasta el final y para colmo amarillos. Puede que no sea un ejemplo adecuado, ahora que tanto se pregona la no violencia, pero no encontraba otro mejor. Ellos, en la guerra con casi todo perdido se convirtieron en Kamikazes, ¿¿a por todas!! Siempre me ha asaltado la duda de que si iban a morir ¿para qué se ponían cascos?
Pero bueno, eso es cosa de ellos. Un hombre contra un portaviones, y a veces lo hundía, David contra Goliat. Es verdad que a ellos no les salió bien, pero eso no quiere decir que a nosotros no nos salga. ¿¿Cuidado!! No quiero decir que nuestros futbolistas se tiren de coco desde la visera de tribuna encima del enemigo cuando salga del vestuario ¿¿no, hombre no!! Lo que digo es que hay que luchar hasta el final, hasta el último momento. Lo que no vale nada es sentarse a llorar antes de tiempo. Todos sabíamos que esto iba a pasar, todos sabíamos que íbamos a sufrir, pero resignación, nunca.
El Atlético es el lío de los líos, es imprevisible, es irrepetible, es... el Atlético. Es capaz de lo mejor y de lo peor, te pueden meter cuatro goles o terminar, con ocho futbolistas. El rey del contraataque, no se sabe muy bien si es carne o pescado. Una semana están a punto para jugar la UEFA y a la siguiente pueden echar al entrenador. Ya lo dije la otra vez, creo que es la afición que más se parece a nosotros, y aunque nos ganen de calle, en títulos, estamos empatados a sofocones. Siempre han tenido en sus filas alguna estrella, pero que nunca termina de explotar, nunca terminan de cuajar, como los petardos del millonario o los huevos pasados por agua. Tienen que venir, cansados y cabreados por el partido del jueves, que más que un partido, se pareció a la película Los Diez Mandamientos, porque tuvo dos descansos. Aunque es verdad que escamondados si que vienen porque alguno se ducho dos veces en un cuarto de hora. Pero nosotros a lo nuestro, a ganar, que se puede y se debe, ¿¿nadie cabe por la boca de nadie!! ¿¿Que estamos con ustedes!! ¿¿BANZAI!!
Pues en eso que estaba yo preparando mi uniforme de kamikaze amarillo compuesto de bufanda, gorra y corazón a prueba de infarto, cuando sonó el telefonillo del portero automático, que por cierto va por libre porque suena cuando le da la gana. Y con la amabilidad que me caracteriza pregunté, «¿¿quién coño es joé!!». «Rosendo», contestó. «¿Rosendo?, ¿mi primo Rosendo el de Madrid? ¿¿ea, ya estamos todos!!, ¿¿echa una papa más!!». Mi primo Rosendo, puede ser el tío con más poca vergüenza del planeta. Está un poco desfasado, tiene toda la cara del tío de los hermanos Calatrava y mantiene la forma de vestir de la época en que Ramoncín era el rey del pollo frito. «¿Tú qué haces aquí?». «Nada, que he venido a la motorada de Jerez». «¿Tú?, ¿en tu moto?». «Sí». La moto de Rosendo, es una lambretta campera, con dos alforjas de cuero chungo en cada cacha, en los puños tiene unas fundas de eskay con flecos colgando y pedacitos del tubo del butano en los radios de la rueda. «Bueno ¿y qué quieres?». «Nada, que te quiero mucho, y dije voy a ver a mi primo Manolo para darle dos besitos. ¿¿Baja que te voy a llevar al fútbol!!». Ojú, Ojú. Mira cuando bajé lo vi vestido de yo que sé, y me dio un casco que me estaba dos tallas más chico. Yo me quería morir. ¿¿Qué manera de hacer el ridículo!! Aunque la verdad, es que sentí un poco de envidia, porque en mis veinticinco años de Carnaval no había conseguido hacer reír tanto a la gente. Pero a la altura de comisaría me dice: «llévame a ver al Niño». Yo le dije, «mi hijo ya está en el fútbol». «¿¿No, tu hijo no!!, al Niño del Atleti que yo soy un fanático». «¿¿Ah sinvergüenza!! ¿¿Atracador!!» Y salté de la moto. Pero él se tiró encima mía dándome besos. «¿¿Que yo te quiero Manolo, invítame al fútbol!!» La Policía acudió al ver el tumulto y aunque yo le encajé una denuncia por intento de violación de un motorista del escuadrón de la muerte, la Policía no tragó y fue detenido porque para llevar esa cara hace falta un carnet especial. Y allí va a estar hasta que se peine, que serán unos dos meses. Pues así de la misma manera que yo me quité de encima a mi primo, jugándome la vida, tirándome de la moto, como un kamikaze, el Cádiz tiene que quitarse de encima al Atleti, por las bravas a ganar. Y si no, tampoco pasa nada, que más se perdió en Cuba, y los tíos volvían cantando.