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La ONU constata que el Gobierno iraquí ha creado 'escuadrones de la muerte'

Las denuncias de abusos en las operaciones del Ejército de Estados Unidos incluyen robos y demoliciones de casas

MERCEDES GALLEGO/CORRESPONSAL. NUEVA YORK
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«Cientos de casos de asesinatos, torturas, detenciones ilegales y familias obligadas a abandonar sus ciudades». Así resume la misión de la ONU la situación que se vive en Irak, de la que culpa también a las nuevas fuerzas de seguridad que la comunidad internacional entrena. En su seno han nacido los 'escuadrones de la muer- te', donde los leales a las milicias chiíes se toman la justicia por su mano para combatir a la insurgencia suní y las milicias extranjeras con ejecuciones sumarias.

«Las acusaciones han cobrado fuerza tras el descubrimiento por parte de las fuerzas multinacionales dirigidas por Estados Unidos de un grupo sospechoso que actúa desde dentro de la estructura del Ministerio de Interior», dice el cuarto documento sobre derechos humanos que redacta la misión para el Consejo de Seguridad. «Esto reafirma la urgente necesidad de que el Gobierno ejerza control sobre sus fuerzas de seguridad y todos los grupos armados».

Desde que empezó a emitir estos informes bimensuales en septiembre pasado la misión de la ONU en Irak se ha hecho eco de los rumores sobre el surgimiento de 'escuadrones de la muerte', que hoy son una realidad palpable tras haber sido interceptados por las tropas estadounidenses en enero pasado. Un grupo de veintidós hombres armados que vestían uniformes de la Policía -instruida por los ejércitos norteamericano y británico, y la OTAN- fue detenido cuando se disponía a ejecutar a un detenido. El embajador de Washington en Bagdad advirtió hace tres semanas que su país retirará la ayuda económica si las negociaciones para formar nuevo Ejecutivo no sirven para elegir a un ministro de Interior que esté libre de sospechas y garantice la honorabilidad de sus fuerzas.

«Al menos uno»

Fue uno de los extraños casos en que uno de estos escuadrones fue detenido con las manos en la masa y, por lo tanto, se puede certificar la existencia de «al menos uno», dice el texto. El informe, cuidadoso en el lenguaje, señala que en otros ataques los paramilitares vestían chalecos antibalas, de lo que se deduce que tienen tras de sí una fuerte inversión en estructura y preparación que no es habitual entre la insurgencia o las milicias de extremistas islámicos.

El detonante de la violencia que se ha disparado en el último mes hasta plasmar el concepto de guerra civil fue el atentado contra la mezquita de Samarra ocurrido el pasado 22 de febrero. En uno de los muchos actos de revancha entre sectas que le siguieron, relata el informe, setenta hombres bien equipados entraron en un centro de detención, separaron a los presos por etnias y nacionalidades, y ejecutaron a diez de ellos, casi todos extranjeros a los que se asocia con el apoyo al terrorismo. Por este mismo motivo las minorías palestinas y otros grupos árabes foráneos se han convertido en objetivo de los ataques paramilitares, que les obligan a desplazarse.

Las fuerzas norteamericanas tampoco salen bien paradas de la evaluación. La misión de la ONU señala que han aumentado las denuncias de malos tratos, uso excesivo de la fuerza e incluso robos y demoliciones de las casas durante sus operaciones, particularmente en la zona de Al-Anbar, donde la misión de la ONU dice reconocer el patrón de Faluya.