Empezando a aprender
Una madre barbateña cuenta la experiencia del primer año de su hijo en una guardería subvencionada por la Junta
Actualizado: GuardarAlejandro tiene dos años y éste es su primero en la guardería. Por ello, su madre, Susana López, intentó conseguir una plaza en la única guardería concertada con la Junta de Andalucía de Barbate, que cuenta con apenas 40 plazas. «En principio este centro dependía del Instituto Social de la Marina y estaba destinado a los hijos de los marineros, pero este año ha comenzado a admitir a todos los niños que reúnan una serie de requisitos» comenta Susana. En aquel momento, el marido de Susana estaba en el paro aunque ella trabajaba, lo que posibilitó que Alejandro obtuviera una plaza en la guardería. Susana cuenta que la selección se realizaba mediante unos puntos que tenía cada niño en función de sus cualidades y sus circunstancias familiares, «así que rellenamos los papeles e hicimos la solicitud pensando que no iba a entrar, pero el día que publicaron las listas vimos que sí había sido admitido».
La madre de Alejandro está muy contenta del centro en el que se encuentra su hijo, ya que, «hace cosas que no se enseñan normalmente en la guardería». Así, él ya ha aprendido algunos números y colores, «la primera semana ya llegó cantando la canción de los elefantes y se entretiene jugando con otros niños como él, así que cuando vaya al colegio estará bien preparado». Además, al pequeño ya lo han acostumbrado a ir al baño «y lo pide aunque tenga un pañal».
El centro se distribuye en dos clases de 20 niños cada una: «Al principio había una monitora por aula y otra de apoyo para las dos clases, pero todos los padres realizamos un escrito y lo firmamos y hace poco mandaron a otra monitora más; así que ya estamos más tranquilos con dos personas para vigilar a 20 niños» asegura Susana. La matrícula de Alejandro cuesta 36 euros al mes pero sus padres no se arrepienten de pagarlos porque saben «que va a salir preparado».
Para Susana la guardería «también está muy bien porque te dan opción a que coman allí y recogerlos a las 4 de la tarde, que era lo que yo hacía cuando trabajaba; ahora, como no trabajo, voy a por él a la una y media así que está allí tres horas y media». Otra ventaja que ve la madre del pequeño Alejandro es que así el niño se acostumbra a todo tipo de comidas sólidas como potajes, pescado, verdura o fruta, alimentos para lo que normalmente los pequeños son muy delicados. «Lo mejor es que en la guardería se lo come todo, pero después en mi casa no quiere esas mismas comidas».