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FERIA DE LA MAGDALENA DE CASTELLÓN

Encastada corrida de Fuente Ymbro y una oreja para Tejela

BARQUERITO/VALENCIA
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Lo que mejor definió a la corrida entera de Fuente Ymbro fue su prontitud. Casta es prontitud y, cerrando el silogismo, ésta fue corrida encastada. No seis toros iguales, sino casi todo lo contrario. En tanta variedad la nota común fue esa picante prontitud. Los dos primeros se avinieron con menos ínfulas que cualquiera de los otros. Fueron propicios. No hubo inspiración por la parte contraria. Castella se embarcó con aquél en faena de setenta y tantos muletazos sin apenas la menor variación. Tampoco le encontró el secreto al hermoso segundo, cárdeno claro capirote y calcetero. Algo precipitado, con la pierna de carga escondida casi por sistema, Tejela dio impresión de torero combativo, desgarrado a ratos, amarrado pero no siempre. Sólo una tanda discreta de arrucinas.

Los otros cuatro toros no dejaron jugar tanto. El quinto, un hondo cinqueño, cabezón, badanudo, bizco y ofensivo, fue el toro de la corrida. Por su brava manera de ser, aunque escarbara no poco. Por agresivo, pero también por la forma de entregarse y humillar por la mano izquierda: por eso y porque se vació, toro de los que se quedan y cuentan. La gente, que llevaba casi dos horas sometida en las duras bancadas, reaccionó como sacudida por la personalidad y el cuajo de ese quinto toro. Tejela le cortó una oreja que premió, sobre todo, dos tandas con la izquierda de gran arrogancia, bien ligadas, templadas por abajo, rematadas con el obligado de pecho en línea tan clásico y de perfecto dibujo. A la faena le sobraron demasiados muletazos: los de un espeso y denso proemio cargado de dudas y los de un final inesperado, porque Tejela decidió cerrar al toro con un cambiado por la espalda de acento mexicano que el toro se negó a aceptar Era la ocasión. El día, la hora y el toro. Una oreja.

La suerte no sonrió esta vez a Miguel Ángel Perera, que es el torero de la casa. La suerte en sentido estricto. Porque el sexto, que galopó con estilo y con el mismo estilo se empleó en el caballo, pareció lesionarse una mano y en la muleta lo acusó mucho. Codicioso, toro de puntuar. Perera le dio ventajas, espacios, tiempo, lo lució, arriesgó. Se fue indisponiendo el toro por la cojera.

Estrellado

Al tercero le faltó empujar en serio. Brusco por la izquierda, potable por la derecha. Por ahí lo sometió más de la cuenta Perera. Al cuarto, guerrero, lo estrellaron contra un burladero después de banderillas y el estrellón se notó: la cara arriba. Castella le aplicó su fórmula de sota, caballo y rey. En el prólogo de rejones, anduvo inseguro y desafortunado José Luis Cañaveral.